Los vehículos del hombre no están polarizados como los vehículos de la mujer. El cuerpo mental del hombre está polarizado negativamente, el de la mujer positivamente; el cuerpo astral del hombre está polarizado positivamente, el de la mujer negativamente; el cuerpo etérico del hombre del hombre está polarizado negativamente, el de la mujer positivamente; el cuerpo físico del hombre está polarizado positivamente, el de la mujer negativamente. Esto conlleva que tanto el hombre como la mujer necesiten manifestarse en campos diferentes y precisamente por ello, por polarización inversa, podrá obtenerse una colaboración proporcional.
Unos ejemplos: el cuerpo mental del hombre es negativo, así pues receptivo, capaz de “gestar ideas durante mucho tiempo”. Como el cuerpo mental de la mujer es positivo, es decir radiante, es capaz de de tener más destellos de inspiración. El cuerpo astral del hombre es sumamente fogoso y dinámico; el de la mujer es más receptivo, así pues más abierto a las influencias. El cuerpo etérico del hombre es receptivo, el de la mujer, por el contrario, es radiante y creador, por eso el oficio de enfermera o todo lo que tiene que ver con cuidar y dar energía funciona tan bien en el mundo femenino.
“La colaboración consciente entre los dos sexos puede suceder en cualquier interacción pero no cabe duda que el matrimonio, o la vida en pareja, supone el mayor desafío o este nivel. Cuando la mujer y el hombre llegan a la fase de los 21 años, a menudo a través de una crisis de identidad, es necesario que superen el estereotipo del padre o de la madre para poder ser ellos mismos. Quien no consigue hacer eso se lleva a otras etapas de la vida este problema no resuelto y sentirá estos fantasmas interfiriendo en su relación.
Cuando una relación es duradera generalmente abarca los tres planos:
1-La relación sexual / biológica, expresión de la atracción sexual y de la complementación física.
2-La relación afectiva, anímica, en el ámbito del intercambio afectivo y la camaradería.
3-La relación espiritual, el amor de ser a ser, que ocurre cuando hay verdadera comprensión de la esencia del otro, y la consiguiente ayuda para lograr su desarrollo y crecimiento. Hay un desprendimiento de sí mismo y un sumergirse en la esencia del otro, y luego el retorno a sí con el néctar y el fruto allí recogido.
Según las etapas de la vida de los dos los desafíos que deberán encarar son
Los matrimonios o parejas jóvenes entre los 21 y los 28 años:
1-La proyección de una imagen ideal femenina o masculina en el compañero, que tan solo es una mujer o un hombre de carne y hueso y que tal vez no conseguirá estar a la altura de la imagen ideal. 2-El reflejo de nuestra propia imagen en aquella alma gemela, el encuentro consigo mismo en el reflejo del otro.
3-La transferencia de la imagen condicionada del padre (masculina) y de la madre (femenina) formada en la infancia, que también puede ser de un exnovio, amante, exmujer, etc.
En la etapa de los 28 a los 35 años que Rudolf Steiner llama la “época del alma de la razón o del afecto”, muchas veces la mujer está dedicada al hogar y a los hijos, mientras que el hombre está más ocupado en realizarse profesionalmente. Por eso el diálogo y el encuentro exigen un mayor esfuerzo por ambas partes. Es necesario querer…
Esta es la etapa en que las parejas se tornan verdaderos compañeros de vida, compartiendo alegrías y tristezas, responsabilidades y libertades. Permanecen juntos porque así lo desean, no por ser tan dependientes que una separación los llevaría a sucumbir.
En la etapa siguiente, que va de los 35 a los 45 años, cuando la rutina amenaza la vida, el trabajo o el matrimonio, se intensifica la búsqueda más profunda de las metas en la pareja y la misión de cada individualidad. Aquí se exige coraje, coraje para mirar dentro de uno mismo, en lugar de pensar que la culpa de la situación que se vive es del otro. Esta época es cuando se mira críticamente al otro.
La siguiente etapa de los 42 a los 49 es un momento crítico y problemático. En este periodo ocurren muchas separaciones. Todos los problemas que no resolvimos en nuestra adolescencia reviven en esta etapa con toda su fuerza haciendo tambalear todos los esquemas. Así como las separaciones en la década de los cuarenta muchas veces son la única salida para un matrimonio difícil, alrededor de los cincuenta raramente son asimiladas.
El sesenta por ciento de las grandes obras creativas de la humanidad fueron puestas al mundo después de los sesenta años de edad. Esta es una edad que puede ser muy fácil percatarse si resolvieron sus diferencias o si continúan presentes. Parejas que sin conversar mucho permanecen unidos y tranquilos y contemplan la puesta del sol no cabe duda que han hecho su trabajo. Aquellos que sin embargo los ves y solo oyes reproches como: ¿Por qué te suenas la nariz de esta manera? ¡Qué medias más horribles! y frases parecidas demuestran que estas parejas no superaron sus sombras.
Etapas de la relación conyugal
La primera ocurre alrededor de los tres años. Generalmente esa es la época del “espejo”, el encontrarse a sí mismo en el otro acaba y las diferencias mutuas se evidencian. Normalmente elegimos al compañero que nos complementa. El otro tiene aquella virtud que nosotros no tenemos. Con el tiempo será importante para el hombre conseguir expresar sus sentimientos. La mujer deberá aprender a expresar sus deseos y no pensar que el hombre va a adivinar lo que ella quiere que haga. La verdadera intimidad de una pareja no se construye durmiendo juntos, sino por la libertad conquistada de poder hablar francamente al otro sobre cualquier asunto.
La primera etapa del matrimonio está llena de altibajos. No ofenderse y saber perdonar es un arte que se debe aprender, las reconciliaciones forman parte de esos momentos.
La segunda etapa de la relación está marcada por que muchas veces se pierde un poco aquel brillo inicial, de aquella pasión, pero una amistad y una comprensión más profunda puede comenzar a surgir, creando la verdadera camadería. Las dificultades principales de esta etapa pueden ser tanto la falta de dialogo como el poco tiempo de relación. El peligro de distanciamiento es grande.
Otros momentos importantes son lo 9 y los 12 años del matrimonio de donde sin duda pueden salir reforzadas las relaciones”.
Del libro Hombre Mujer de Gudrun Burkhardzados como los vehículos de la mujer. El cuerpo mental del hombre está polarizado negativamente, el de la mujer positivamente; el cuerpo astral del hombre está polarizado positivamente, el de la mujer negativamente; el cuerpo etérico del hombre del hombre está polarizado negativamente, el de la mujer positivamente; el cuerpo físico del hombre está polarizado positivamente, el de la mujer negativamente. Esto conlleva que tanto el hombre como la mujer necesiten manifestarse en campos diferentes y precisamente por ello, por polarización inversa, podrá obtenerse una colaboración proporcional.
Unos ejemplos: el cuerpo mental del hombre es negativo, así pues receptivo, capaz de “gestar ideas durante mucho tiempo”. Como el cuerpo mental de la mujer es positivo, es decir radiante, es capaz de de tener más destellos de inspiración. El cuerpo astral del hombre es sumamente fogoso y dinámico; el de la mujer es más receptivo, así pues más abierto a las influencias. El cuerpo etérico del hombre es receptivo, el de la mujer, por el contrario, es radiante y creador, por eso el oficio de enfermera o todo lo que tiene que ver con cuidar y dar energía funciona tan bien en el mundo femenino.
“La colaboración consciente entre los dos sexos puede suceder en cualquier interacción pero no cabe duda que el matrimonio, o la vida en pareja, supone el mayor desafío o este nivel. Cuando la mujer y el hombre llegan a la fase de los 21 años, a menudo a través de una crisis de identidad, es necesario que superen el estereotipo del padre o de la madre para poder ser ellos mismos. Quien no consigue hacer eso se lleva a otras etapas de la vida este problema no resuelto y sentirá estos fantasmas interfiriendo en su relación.
Cuando una relación es duradera generalmente abarca los tres planos:
1-La relación sexual / biológica, expresión de la atracción sexual y de la complementación física.
2-La relación afectiva, anímica, en el ámbito del intercambio afectivo y la camaradería.
3-La relación espiritual, el amor de ser a ser, que ocurre cuando hay verdadera comprensión de la esencia del otro, y la consiguiente ayuda para lograr su desarrollo y crecimiento. Hay un desprendimiento de sí mismo y un sumergirse en la esencia del otro, y luego el retorno a sí con el néctar y el fruto allí recogido.
Según las etapas de la vida de los dos los desafíos que deberán encarar son
Los matrimonios o parejas jóvenes entre los 21 y los 28 años:
1-La proyección de una imagen ideal femenina o masculina en el compañero, que tan solo es una mujer o un hombre de carne y hueso y que tal vez no conseguirá estar a la altura de la imagen ideal. 2-El reflejo de nuestra propia imagen en aquella alma gemela, el encuentro consigo mismo en el reflejo del otro.
3-La transferencia de la imagen condicionada del padre (masculina) y de la madre (femenina) formada en la infancia, que también puede ser de un exnovio, amante, exmujer, etc.
En la etapa de los 28 a los 35 años que Rudolf Steiner llama la “época del alma de la razón o del afecto”, muchas veces la mujer está dedicada al hogar y a los hijos, mientras que el hombre está más ocupado en realizarse profesionalmente. Por eso el diálogo y el encuentro exigen un mayor esfuerzo por ambas partes. Es necesario querer…
Esta es la etapa en que las parejas se tornan verdaderos compañeros de vida, compartiendo alegrías y tristezas, responsabilidades y libertades. Permanecen juntos porque así lo desean, no por ser tan dependientes que una separación los llevaría a sucumbir.
En la etapa siguiente, que va de los 35 a los 45 años, cuando la rutina amenaza la vida, el trabajo o el matrimonio, se intensifica la búsqueda más profunda de las metas en la pareja y la misión de cada individualidad. Aquí se exige coraje, coraje para mirar dentro de uno mismo, en lugar de pensar que la culpa de la situación que se vive es del otro. Esta época es cuando se mira críticamente al otro.
La siguiente etapa de los 42 a los 49 es un momento crítico y problemático. En este periodo ocurren muchas separaciones. Todos los problemas que no resolvimos en nuestra adolescencia reviven en esta etapa con toda su fuerza haciendo tambalear todos los esquemas. Así como las separaciones en la década de los cuarenta muchas veces son la única salida para un matrimonio difícil, alrededor de los cincuenta raramente son asimiladas.
El sesenta por ciento de las grandes obras creativas de la humanidad fueron puestas al mundo después de los sesenta años de edad. Esta es una edad que puede ser muy fácil percatarse si resolvieron sus diferencias o si continúan presentes. Parejas que sin conversar mucho permanecen unidos y tranquilos y contemplan la puesta del sol no cabe duda que han hecho su trabajo. Aquellos que sin embargo los ves y solo oyes reproches como: ¿Por qué te suenas la nariz de esta manera? ¡Qué medias más horribles! y frases parecidas demuestran que estas parejas no superaron sus sombras.
Etapas de la relación conyugal
La primera ocurre alrededor de los tres años. Generalmente esa es la época del “espejo”, el encontrarse a sí mismo en el otro acaba y las diferencias mutuas se evidencian. Normalmente elegimos al compañero que nos complementa. El otro tiene aquella virtud que nosotros no tenemos. Con el tiempo será importante para el hombre conseguir expresar sus sentimientos. La mujer deberá aprender a expresar sus deseos y no pensar que el hombre va a adivinar lo que ella quiere que haga. La verdadera intimidad de una pareja no se construye durmiendo juntos, sino por la libertad conquistada de poder hablar francamente al otro sobre cualquier asunto.
La primera etapa del matrimonio está llena de altibajos. No ofenderse y saber perdonar es un arte que se debe aprender, las reconciliaciones forman parte de esos momentos.
La segunda etapa de la relación está marcada por que muchas veces se pierde un poco aquel brillo inicial, de aquella pasión, pero una amistad y una comprensión más profunda puede comenzar a surgir, creando la verdadera camadería. Las dificultades principales de esta etapa pueden ser tanto la falta de dialogo como el poco tiempo de relación. El peligro de distanciamiento es grande.
Otros momentos importantes son lo 9 y los 12 años del matrimonio de donde sin duda pueden salir reforzadas las relaciones”.
Del libro Hombre Mujer de Gudrun Burkhard
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