lunes, 25 de julio de 2011

confucianismo

La ética del confucianismo puede considerarse humanística por su orientación a “este mundo”. Contrastaría en este sentido, con una ética divina o transcendental que se practica en otras religiones. Puede considerarse colectivista, por cómo priman los intereses del grupo sobre los del individuo, siendo la familia el colectivo de impacto más importante.

Se trata de una ética basada en obligaciones e intercambios de obligaciones. Y el sistema sólo puede funcionar a medida que los individuos buscan “la virtud” en tres elementos:

Ren 仁: compasión. Se articula en la regla de oro de no hacer a los demás lo que no se quiere para uno mismo. Es la mega-virtud de la que penden las otras dos.
Yi 义: sentido del bien.
Li 禮: etiquetas, normas y protocolos.
Una de las implicaciones de la compasión es la obligación de ayudar al prójimo en su propio “desarrollo moral”. La perfección y la virtud no acaban en uno mismo. Proyección hacia los demás que dista bastante del indvidualismo.

El objetivo primordial bajo este marco es lograr la “armonía”. Cada uno debería encontrarla consigo mismo y con los demás. Para quien teclea este blog, armonía es un concepto bastante ligado al de sumisión, aunque esto no se subraya en este artículo.

Junzi es la conjunción de todas las virtudes en una persona. No se da nunca, es una referencia y se utiliza para juzgar cuánto se separan los comportamientos individuales del ideal “virtuoso”. Sirve para sancionar comportamientos más alejados, y premiar los más cercanos a la virtud. Se supone que en la sociedad, las personas de mayor relevancia están más cerca del “junzi”. De la virtud.

Otro elemento clave en este sistema es el de la “piedad filial”, que subraya la lealtad al padre (o al patriarca) necesaria en el hijo. Para el autor del artículo, mina la igualdad entre las personas jerarquizando las relaciones. La “piedad filial” es una característica que, con origen en la familia, da forma a las relaciones en la sociedad.

La jerarquía, funcional en el ámbito familiar, tiene externalidades negativas cuando se proyecta como dominación en otros ámbitos sociales. El intercambio de obligaciones en el que se basa la ética confuciana se convierte de esta forma en asimétrico porque la familia es un modelo colectivista (donde no prima el individuo), y jerárquico.

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