El hombre-hombre no mama sexo de
hembra. Si lo hace esta mamando indirectamente
pinga y se tira por la ventana. El hombre-
hombre, por supuesto, no se deja mamar
el sexo porque, si esa boca ya mama, es pinga
con pinga y se tira por el balcon. El hombre-
hombre no se deja tocar las nalgas, ni siqui-
era por su mujer. Y si le pica el culo, se
lo rasca por delante, metiendo la mano entre
las piernas. El hombre-hombre no difama y
respeta a la mama. Respeta a su mujer pero
puede pegarle mil tarros si quiere. El hombre-
hombre no echa palante a un compañero:
no le falla a un ekobio. El hombre-hombre
vive de su trabajo, siempre trabajo de
hombres, no es artista porque el negro fino
es maricon.
El hombre-hombre, autor de esta declaracion es el abakua, el ñañigo, el miembro de una sociedad secreta masculina cubana cuyos codigos de conducta son una ensalada de creencias religiosas, rituales africanos, lazos de fratemidad insoslayables entre sus miembros y estrictas reglas de un machismo hipertrofiado. Los abakuas hacen gala de unos rituales de iniciacion mas bien sangrientos, tienen su propia lengua secreta, se organizan conforme a la jerarquia propia de una sociedad guerrera y a una escala de valores cuya violacion acarrea una precisa gama de castigos en cuya cima esta una muerte atroz. Llevan mas de siglo y medio infundiendo respeto, cuando no pavor, entre los ciudadanos de La Habana, Matanzas y Cardenas.
La Sociedad Secreta Abakuá es la única de su tipo existente en el continente americano.
Esta asociación surgió en las primeras décadas del siglo XIX en los momentos de mayor hostilidad hacia el esclavo y el negro quienes, ante el acoso, sólo hallaron un medio apropiado para evadir la represión: una agrupación mutualista bajo la expresión más desarrollada de su conciencia social, la religiosa.Los antecedentes del Abakuá o Ñañiguismo se hallan en las sociedades secretas que existieron en la región nigeriana de Calabar.
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