La nación Embera-Chamí tiene la habilidad para
tejer hilos de sentido en la artesanía y en la vida.
Las semillas que utilizan en los tejidos artesanales
están articuladas por hilos que las atraviesan para
orientar las direcciones que dan forma a las figuras
con las que adornan los tejidos de sus trabajos.
La actividad práctica y transformadora del trabajo
es a su vez un acto de reflexión y una actividad
de significación, que la semilla impone en sus
relaciones con la madre tierra y con el trabajo
artesanal para el mercado con los miembros de
la sociedad nacional mestiza local. En las artesanías
Embera -Chamí, a la semilla -naturaleza- se
aproxima la chaquira -cultura- y ambas emprenden
la travesía del tejido, que el hilo de nylon articula,
pero que es dirigido por las manos expertas de
las tejedoras de la comunidad. El hilo de nylon
obedece a la mano que lo dirige y el préstamo
cultural se somete al hilo del pensamiento de los
naturales. El arte de significar y de significarse
con elementos propios y ajenos, es santo y seña
de la capacidad de los Embera-Chamí para convivir
en enclaves de la cultura nacional mestiza sin
entregar su lengua, su cuerpo y su cultura a la
invisibilidad y el silencio que imponen la lengua
y la cultura de la comunidad mayoritaria. Negociar
con textos (del Latin texere, tejer), es decir,
tejidos de significados, es lo suyo.
Es conocido –como lo plantea Jon Landaburu “Las
lenguas son la reserva espiritual de la humanidad"-
que los Embera, donde van no se asimilan a la
cultura mestiza sino que se relacionan con ella
pero mantienen su autonomía lingüística y cultural.
Por esto y la pobreza, viven en los bordes de la
ciudad y no realizan prácticas económicas que
les exijan ser incluidos. Parecen entender que si
se involucran a las prácticas productivas de la
sociedad nacional mestiza, tienen que comunicarse
e interactuar en una lengua y cultura diferente a
la suya.
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