sábado, 12 de febrero de 2011

Albert Schweitzer

Albert Schweitzer, en su historia de*los numerosos y variados intentos de exponer la vida de Jesús, ha mostrado que toda esa literatura ha hecho siempre violencia a Jesús tal como realmente vivió en la historia, porque cada épocale ha atribuido más o menos inconscientementesus propias ideas. Así, el siglo xrx enparticular hizo de El con frecuencia el representantede un cierto ideal filosófico, social y político, característico de aquella época. En su libro, Schweitzer ha indicado el único remedio posible a semejante arbitrario proceder: hayque examinar las enseñanzas de Jesús sobre el fondo de las ideas de su tiempo. Nunca hahabido tanta necesidad como hoy de recordaresta lección de la obra de Schweitzer, por trivialque pueda parecer junto a las eruditas discusiones sobre la hermenéutica. En efecto, la teología actual está dominada por la sociología y, una vez más, vemos cómo una moda teológica influye en el retrato que se hace de Jesús.
Lo que parece justificar esos intentos modernos es que, precisamente colocando a Jesús en su tiempo, lo encontramos enfrentado con un movimiento de resistencia religiosa y política, el movimiento zelote. El término se deriva de la palabra griega zelos = celo. Los zelotes son, pues, celosos, decididos, comprometidos, con un
matiz de fanatismo. Celosos de la ley, esperan ardientemente al mismo tiempo el advenimiento del reino de Dios para un futuro muy próximo. Por tanto, en cierto modo, el problema puede reducirse a la cuestión de saber cómo reaccionó Jesús frente a ese movimiento.
Algunos estudios recientes han estudiado el zelotismo en el marco del judaismo. Baumbach cree que debe insistir en la distinción que puede hacerse entre diferentes grupos de resistentes: de un lado, los zelotes propiamente dichos, con un programa de reforma radical del culto del templo y del sacerdocio vigentes; de otro, los sicarii, designación latina, literalmente "hombres de cuchillo", con un programa más bien político, encaminado a la expulsión de los romanos y al establecimiento de un poderoso reino de Israel.
Pero en ambos grupos se rozaban fe y política. Y es que ambos querían provocar el
cambio por la violencia, para lo cual debían luchar contra la autoridad establecida en Palestina.
Por ello no hay que exagerar lo que los separaba. Sin negar las diferencias que los distinguía, aplicaremos, de acuerdo con el uso hoy corriente, el término de zelotes a todos esos resistentes, tanto más que la postura de Jesús fue esencialmente la misma en relación a todos esos grupos.

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