La regularización por arraigo social que para muchas trabajadoras supone una pérdida importante de su salario por la extorsión patronal. Las trabajadoras, para obtener la tarjeta de residencia y trabajo por un año, aceptan asumir el coste patronal del contrato laboral, es decir, sobre un salario de 700-800 euros deben destinar 163 euros para cubrir el 100 por ciento de la cuota de la Seguridad Social que se niega a pagar la patronal. La extorsión y la explotación son violencia. En el plano interno, de puertas adentro muchas trabajadoras sufren «microviolencias», no porque sean violencias menos importantes, sino porque son invisibles,
sutiles y repetidas. En este apartado encontramos: el control y restricción de la comida; la prohibición del uso diario de la ducha; el control de las salidas, llamadas y compañías;
menosprecio por su cultura y gustos; el acoso laboral y el acoso sexual. Humillar, subestimar;minar la autoestima de la persona es violencia. La violencia que se ejerce sobre la trabajadora interna inmigrante es violencia sexista, a la que se le suman componentes clasistas y racistas.
Silvia Carrizo. Presidenta de la Asociación de mujeres
inmigrantes -Malen Etxea-
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