Una buena manera de reflexionar sobre los muchos rostros de Jesus seria consultar Los Nombres de Cristo, de Fray Luis de Leon, quien espigo a lo largo y ancho de la Biblia
las alusiones, las metaforas, las frases y los epitetos que aludian a Dios primero, y a Jesus despues, dando cuenta de un fenomeno metonimico de capital importancia para la historia de la Humanidad. Puesto que cada nombre es una virtud, senala un poder, y alude a una caracteristica determinada, volvemos a encontrar en ese libro la tendencia a la sinonimia que revelan, en su pasaje estelar, los iniciados y avatares. No responden a un solo nombre, del mismo modo que tampoco actuan solos, ni estan escindidos en su entorno. Antes que el Buda historico existieron veinticuatro Budas, dicen los sutras; y Jesus mismo es tornado por Elias resucitado, a mas de sostener, enigmaticamente, que «antes que Abraham fuese yo soy»,Juan 8: 58. Tal hondura
de dias, la fuerza retroactiva de sus mensajes, en suma, los vuelve metahistoricos al establecer una cadena aurea de la que son tanto un eslabon como el eco del vacio entre ellos. «Esforcemonos -escribe el Seudo Dionisio en Los Nombres Divinos, texto que inspiro el libro de Fray Luis de
Leon-, esforcemonos, pues, mediante nuestras plegarias, en elevarnos hasta la Cima de estos rayos divinos y bienechores, del mismo modo que, si asiesemos para arrastrarla sin cesar hasta nosotros, alternando las manos una cadena infinitamente luminosa que pendiese de lo alto del cielo y descendiese hasta nosotros, tendriamos la impresion de irla bajando, aunque en realidad nuestro esfuerzo no conseguiriamos verla, puesto que se hallaria siempre presente,
tanto arnba como abajo, y seriamos nosotros los que nos elevanamos hacia los mas altos esplendores de una irradiacion absolutamente luminosa». De esa cadena al rosario, y de este a las diversas gradaciones y nombres de una misma experiencia espiritual.
No hay comentarios:
Publicar un comentario