Los drusos se llaman a sí mismos Ahl al-Tawhīd ‘gente de un solo Dios’ (monoteístas).
Su origen se encuentra a finales del siglo X y principios del XI cuando algunos de sus seguidores consideraron al califa fatimí Al-Hakim como una manifestación de Dios, lo que les apartó de los otros ismailíes. El fundador de la religión fue el persa Hamza ibn Ali ibn Ahmad.
La religión, monoteísta, acepta la legitimidad de los profetas de las tradiciones griega, judeocristiana e islámica, incorpora elementos gnósticos, y según algunas fuentes, creen en la reencarnación. Los drusos mantienen en secreto buena parte de los detalles de su fe (practicando la taqiyya, tomada del islam chií), no aceptan conversiones y desaconsejan firmemente el paso de una religión a otra.
Los drusos creen en un único Dios. Son monoteístas y su teología tiene una visión neoplatónica sobre cómo interacciona Dios con el mundo, similar al gnosticismo y a otras sectas esotéricas. Sin embargo, no están influidos por la filosofía sufí.
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