Las primeras valoraciones sobre el silbo gomero proceden de estudiosos del siglo XIX como
la de Juan Béthencourt Alfonso, “Notas para los estudios prehistóricos de las islas de Gomera y Hierro, El silbo articulado de La Gomera” publicado en la Revista de Canarias en el año 1881. Este autor,aunque sin entender del todo este lenguaje, ya dijo que no se trataba de silbidos convencionales y limitados, como sucede entre ciertas gentes que lo utilizan para avisarse de algún peligro, sinoque lo consideró como un verdadero lenguaje articulado, al tiempo que una pervivencia aborigen.
Esta información, junto a otra similar de Antonio María Manrique, publicada en el periódico “La Patria” de Madrid el 20 de septiembre de 1885, le servirían de base al investigador alemán M. Quedenfeldt, buen conocedor de las sociedades beréberes norteafricanas, en la publicación de su artículo “Pfeisprache auf der Insel Gomera”, en la revista Zeischrift für Ethnologie el año 1887, quien erróneamente consideraba al silbo como un código de señales distinto del lenguaje hablado, al contrario de J. Lajard (1891) y R. Ricard (1932) que sí comprendieron, en cambio, su
verdadero mecanismo. Este último autor observaba, además, las similitudes con el sistema usado por los indios zapotecas. Todo ello contribuiría a que esta peculiar y arcaica forma de lenguaje silbado alcanzase gran divulgación, aunque no fuera hasta mediada la centuria pasada con los estudios de A. Classe sobre “La fonética del silbo gomero”, cuando fi nalmente se hace, según la opinión de Ramón Trujillo, la mejor y más seria aportación realizada sobre el silbo gomero hasta ese momento. Y es precisamente con los estudios y posterior publicación de la monografía del citado profesor, “El silbo gomero”, editada en 1978, cuando de nuevo se comenzaría a valorar en su verdadera dimensión, permitiendo, aunque de forma lenta, que alcanzara la categoría cultural y patrimonial que se merece.
http://www.silbogomero.com.es/
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