La iluminación que busca el Zen, y por la que el Zen existe, viene de sí mismo.
Como consciencia, no existe el instante, lo produce la sucesión. Pero el hombre físico camina en el tiempo igual que anda en el lodo arrastrando sus pies en su verdadera naturaleza.
De la misma manera el Zen deber comprometerse y reconocer los pasos progresivos de la conciencia que conducen de forma progresiva al instante de la iluminación.
De esto trata este libro. En siglo XII el maestro Chino Kakuan dibujó los cuadros de los diez toros, basándose en los anteriores toros Taoistas y escribió los comentarios en prosa y verso que aquí se han traducido. Su versión era puro Zen, yendo más allá de las versiones anteriores, que habían terminado con la nada del octavo cuadro. Desde siempre ha sido una fuente constante de inspiración para estudiosos, y muchas ilustraciones de los toros de Kakuan se han hecho a través de los siglos.
Las ilustraciones que se reproducen aquí son las versiones modernas de Kyoto tomadas de notas del artista Tomikichiro Tokuriki, descendiente de una larga línea de artistas y propietarios de la casa de té Daruma-do (Daruma es el nombre Japonés para Bodhidharma, el primer patriarca Zen). Sus grabados son tan deliciosos, sugerentes y al mismo tiempo significativos como deben haber sido los cuadros originales de Kakuan.
El texto es la adaptación y traducción de la primera edición de Nyogen Senzaki y Paul Reps. El toro es el principio eterno de vida, verdad en la acción. Los diez toros representan la secuencia de pasos en la realización de la verdadera naturaleza de uno mismo.
Esta sucesión es tan potente hoy como lo era cuando Kakuan (1100-1200) la desarrolló a partir de trabajos anteriores e hizo sus cuadros de toros. En occidente desarrollamos un trabajo similar ocho siglos después para conservar el vigor de este proceso ilustrado por el toro.
La comprensión del principio creativo trasciende cualquier tiempo o lugar. Los diez Toros son más que poesía, más que cuadros. Es una revelación espiritual que se manifiesta de forma paralela en cada Biblia de experiencia humana. Pueda el lector, como el patriarca Chino, descubrir las huellas de su potencial interno y, llevando su báculo y el odre de vino de su deseo más profundo, frecuentar el mercado y facilitar la iluminación a otros.
Índice
1. Búsqueda del Toro
2. Descubrir sus huellas
3. Encontrar al Toro
4. Apresar al Toro
5. La doma del Toro
6. Montándolo hasta casa
7. Transcendiendo al Toro
8. Ambos, el Toro y mi mismidad transcienden
9. Alcanzar la Fuente
10. En el Mundo
1. La Búsqueda el Toro.
Recorro interminablemente los pastos de este mundo en busca del toro.
Atravieso innumerables ríos, perdido en impenetrables perfiles de distantes montañas.
Fallece mi fortaleza y se agota mi vitalidad, no encuentro el toro.
En la noche sólo oigo el chirriar de las cigarras a través del bosque.
Comentario:
El toro nunca se ha perdido. ¿ Qué necesidad hay de buscar?
Sólo a causa de la separación de mi verdadera naturaleza, fracaso en encontrarlo.
En la turbación de mis sentidos pierdo incluso mi camino.
Lejos de mi hogar, veo muchas encrucijadas, pero desconozco el verdadero sendero que
me lleve a mi casa.
Me enzarzo entre la concupiscencia y el temor, la bondad y la maldad.
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2. Descubrir sus Huellas.
!Junto a la rivera bajo unos árboles, descubro huellas!
Incluso sobre el fragante pasto veo sus pisadas.
Están en lo profundo de las montañas remotas.
Este rastro no puede ocultarse a ninguna nariz que apunte al cielo.
Comentario:
Comprensión de la enseñanza, veo las huellas del toro.
Ahora aprendo que, así como de un metal se forjan muchos utensilios, de mi mismo
surgen miríadas de paisajes.
A menos que yo discrimine, ¿como diferenciaré lo cierto de lo falso?
Aún no he atravesado la puerta, pero he intuido el camino.
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3. Encontrar al Toro.
Oigo la canción del ruiseñor.
El sol es cálido, la brisa suave, los sauces verdean a lo largo de la ribera,
Aquí ninguno toro puede ocultarse!
¿ Qué artista podría dibujar tan soberbia cabeza, cornamenta tan majestuosa?
Comentario:
Al oír la voz, podemos sentir su fuente.
Tan pronto como emergen los seis sentidos, atravesamos la puerta.
Dondequiera que uno entre, uno ve la cabeza del toro!
Esta unidad es como la sal en el agua, como el color en los tintes.
Lo más sutil no esta separado de mi mismidad.
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4. Apresar al Toro.
Lo apreso con feroz lucha.
Su gran poder y voluntad son inagotables.
Desde la colina embiste a la inalcanzable nube lejana,
O permanece en un barranco impenetrable.
Comentario:
! Permaneció mucho tiempo en el bosque, pero hoy lo he apresado!
La bravura de la lucha interrumpe su camino.
El toro ya esta lejos de su anhelado pasto verde.
Su mente todavía es terca y sin freno.
Mi deseo de someterle me obliga a alzar el látigo.
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5. La doma del Toro
Preciso el látigo y la soga,
De lo contrario, se escaparía por caminos polvorientos.
Si está bien domesticado, llega a ser dócil con naturalidad.
Entonces, sin herraduras, obedecerá a su dueño.
Comentario:
Cuando aflora un pensamiento, otro le sucede.
Cuando el primer pensamiento brota desde la iluminación, cuantos le siguen son
verdaderos.
A través de la ilusión, se convierte todo en falsedad. La ilusión no esta producida por la
objetividad; es el resultado de la subjetividad.
Amárralo fuerte por el anillo de la nariz y no dudes ni un instante.
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6. Montándolo hasta casa.
Monto el toro, lentamente regreso a casa.
El son de mi flauta endulza la tarde.
Marco con palmas la armonía que me acompaña, y dirijo el ritmo eterno.
Quien oiga esta melodía se unirá a mí.
Comentario:
La lucha ha terminado, se han equilibrado pérdida y ganancia.
Canto la canción del leñador de la aldea, y entono melodías infantiles.
A horcajadas sobre el toro, contemplo las nubes en el cielo.
Recorro mi camino, sin importarme quien desde atrás me llame.
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7. Trascendiendo al Toro.
A horcajadas sobre el toro, llego a mi hogar.
Estoy sereno.
El toro también puede reposar.
Empieza a amanecer.
En el plácido descanso, bajo el techo de mi morada, abandono el látigo y la soga.
Comentario:
Todo sigue una ley, no dos.
Unicamente nosotros hacemos del toro una realidad temporal.
Es como la relación entre el conejo y la trampa, los peces y la red.
Es como el oro y la merma, o la luna que aparece tras la nube.
Una sucesión viajes fugaces y arduos a través de un tiempo interminable.
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8. Ambos, el toro y mi mismidad, trascienden.
Látigo, soga, mismidad, y toro, todo llega a "no-ser".
Este cielo tiene tal amplitud que ningún término puede abarcarlo.
¿ Como puede existir un copo de nieve en un fuego ardiente?
Aquí hay huellas de patriarcas.
Comentario:
La mediocridad ha desaparecido.
Mente libre de limitación.
No busco ningún estado de iluminación.
Tampoco hago nada, permanezco donde no existe ninguna iluminación.
Desde que deambulo sin condición alguna, las miradas no me pueden ver.
Aunque mil pájaros alfombraran con flores mi camino, la alabanza no tendría sentido
alguno.
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9. Alcanzar la Fuente.
Demasiados pasos se han dado para regresar a la raíz y la fuente.
!Mejor hubiera sido sordo y ciego desde el inicio!
Morar en la propia intimidad, indiferente a lo de fuera.
Las aguas del río fluyen plácidas y las flores son rojas.
Comentario:
La verdad es clara desde el inicio.
Equilibrado por el silencio, observo la producción y desintegración de formas.
Quien no esta vinculado a las "formas", no precisa ser "re-formado".
El agua es esmeralda, la montaña es añil, y observo la generación y la descomposición.
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10. En el Mundo.
Descalzo y con el pecho al descubierto, me mezclo con la muchedumbre.
Mis ropas son andrajosas y polvorientas, y siempre mantengo la placidez.
No uso magia alguna para prolongar mi vida;
Ahora, ante mí, los árboles muertos aparecen vivos.
Comentario:
Adentro, tras mi puerta, mil sabios no me reconocen.
La belleza de mi jardín es invisible.
¿Por qué deber uno busca las huellas de los patriarcas?
Voy al mercado con mi odre de vino y regreso a casa con mi báculo.
Visito la bodega y el mercado, sobre quienes poso mi mirada, se convierten en
iluminados.
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