“Yo, Ghis, ser soberano con un cuerpo, un alma y un espíritu renuncio a todos los privilegios acordados por el Gobierno (seguro médico, permiso de conducir, pensión de vejez, fondos de retiro, cuenta bancaria, tarjetas de crédito, etc.) para no estar atada a las obligaciones que se derivan de ello y que van contra mi consciencia. Hasta 1994 acepté pagar los impuestos por la entidad ficticia llamada ‘contribuyente’, una corporación que el Gobierno ha creado, que le pertenece y que tiene por nombre Lanctôt, Ghislaine. Creía que así contribuía al bien público. ¿Qué es lo que me hizo detener esta práctica completamente en 1995? Fue por obediencia a mi alma & conciencia que tomé esta decisión, desde el momento en que supe estas cosas [entre otras]:
1. Los impuestos no sirven al bien público. Van directamente a las arcas de los banqueros internacionales, que los utilizan para financiar las armas y las guerras, entre otras cosas.
2. El Banco de Canadá no pertenece a Canadá. Es un cártel de bancos privados internacionales el que crea la moneda canadiense. El poder de creación de la moneda era exclusivo del gobierno canadiense, que lo cedió al Banco de Canadá en 1913. Desde entonces el gobierno toma perstado (con interés compuesto) el dinero que podría crear él mismo sin costes. Así se forja una deuda y el pueblo, los ‘contribuyentes’ dados en garantía, son los que pagan estos intereses.
3. Los servicios ofrecidos por el gobierno no son pagados por los impuestos. Son financiados con nuevos endeudamientos incurridos regularmente. De ahí el crecimiento constante de la inflación (capital e intereses).
Pagando los impuestos:
-Me hago cómplice de los engaños y los fraudes públicos.
-Participo en la financiación de las guerras y los genocidios en el mundo. Los Principios de Nuremberg ¿no prohíben cualquier forma de colaboración, directa o indirecta, con cualquier “crimen contra la paz, crimen de guerra, crimen contra la humanidad”?
-Apoyo la desposesión de los pequeños por parte de los grandes, creo injusticia social.
Ante estos hechos, mi alma me prohíbe formalmente contribuir a los impuestos. Además, incluso entre las autoridades el mensaje es ambiguo en cuanto al comportamiento a adoptar. Está establecido que es necesario obedecer ciegamente las órdenes de las autoridades. Excepto cuando es necesario obedecer a la propia consciencia. Es así como hemos visto a las autoridades:
-condenar a los jefes nazis en Nuremberg, porque habían obedecido las órdenes de las autoridades y no a su consciencia;
-recompensar al general Roméo Dallaire por haber obedecido a su consciencia en lugar de obedecer las órdenes de las autoridades de la ONU;
-afirmar que existe “una ley superior, la ley de Dios, que ordena obedecer a la propia consciencia”, tal como declararon en Nuremberg.
Soy consciente de la perturbación que ocasiono, para los sistemas establecidos, con mi obediencia a mi alma & consciencia. Poco importa el precio a pagar; yo sigo fiel a mi alma & consciencia. Ella es la que cura mi vida, y le doy carta blanca. Como sea que acabe esta aventura, me regocijo de contribuir a la evolución de la consciencia humana. Después de todo, ¿no es para esto que estoy en la Tierra?”
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