martes, 6 de diciembre de 2011

mándala


El término "mándala" designa el círculo ritual o mágico que, especialmente en el lamaísmo y también en el yoga tántrico, se usa como yantra, esto es, como instrumento de contemplación. Los mándalas son diagramas o representaciones esquemáticas y simbólicas del macrocosmos y el microcosmos, utilizados en el budismo y el hinduismo. Estructuralmente, el espacio sagrado (el centro del universo y soporte de concentración), es generalmente representado como un círculo inscrito dentro de una forma cuadrangular.
El verdadero mándala es siempre una imagen interior que se construye paulatinamente mediante la imaginación (activa) y cuando sobreviene una perturbación del equilibrio psíquico o cuando no se puede encontrar un pensamiento y se lo busca porque no está contenido en la doctrina sagrada.

El texto El secreto de la Flor de Oro, proviene del sincretismo taoísta, recuerda la peculiares cualidades alquímicas de este centro, como cualidades del lapis y del elixir vitae, es decir, de un remedio de inmortalidad.
Es esencial conocer esta alta valoración del símbolo, pues la importancia asignada concuerda con el significado central de los símbolos de los mándalas individuales, a los cuales les son propias esta cualidades de naturaleza, por así decirlo, "metafísica", pues si no nos engañan todas las señales, esas cualidades significan un centro psíquico de la personalidad que no es idéntica al yo.

En la práctica, los iantra hindúes son lineales, mientras que los mándalas budistas son bastante figurativos. A partir de los ejes cardinales se suelen sectorizar las partes o regiones internas del círculo-mándala.
Por otra parte, la mayoría de las culturas posee configuraciones mandálicas o mandaloides, frecuentemente con intención espiritual: la mandorla (almendra) del arte cristiano medieval, ciertos laberintos en el pavimento de las iglesias góticas, los rosetones de vitral en las mismas iglesias; los diagramas de los indios pueblo, etcétera.
Es muy probable que esta universalidad de las figuras mandálicas se deba al hecho de que las formas concéntricas sugieren una idea de perfección (de equidistancia con respecto a un centro) y de que el perímetro del círculo evoque el eterno retorno de los ciclos de la naturaleza (tal como en la tradición helenística lo proponía, por ejemplo, el uróboros).
A su vez, en los rituales mágicos es frecuente la separación de un espacio sacro respecto de uno profano; para esto, en la tradición del ocultismo occidental, se ha recurrido y recurre a los círculos mágicos; el espacio sacro —o al menos el del ritual— es el inscripto en tales círculos que, de este modo, cumplen funciones análogas a los mándalas orientales.
Esta universalidad de los mándalas hizo que el psiquiatra Carl Gustav Jung los privilegiara como expresiones probables de lo inconsciente colectivo. Para Jung, el centro del mándala figura al sí-mismo (Selbst), que el sujeto intenta lograr perfeccionar en el proceso de individuación.

Wikipedia, C. G. Jung, Psicología y alquimia

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