Cuando comenzó su residencia en psiquiatría, quedo horrorizada por el tratamiento hospitalario que se daba a los pacientes que se estaban muriendo. Comenzó a dar una serie de conferencias con los enfermos terminales, obligando a los estudiantes de medicina a enfrentarse a las personas que se estaban muriendo.
Desarrolló una serie de seminarios a través de entrevistas con pacientes terminales, que atrajo elogios y críticas.
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