domingo, 17 de octubre de 2010

Jivaros

El Dr. Joan Obiols observo que en este pueblo amazonico no parecen darse los indices de patologias mentales que se aceptan como estandar universal. Esta ausencia de enfermedades mentales tal vez estaria en relacion con el consumo habitual de enteogenos.

Jea es el termino shuar para referirse a la cabaña de palma que constituye su espacio domestico. Tiene forma ovalada, una puerta en cada extremo (una para las mujeres y otra para los hombres), el techado posee una fuerte pendiente que permite al agua de la constante lluvia caer muy rapido, y es de hojas tejidas de palma; las pilastras y viguetas estan encajadas y atadas, sin ningún tipo de clavo 0 adhesivo; el suelo de cada jea es de tierra batida simple. El interior suele estar bastante vacio: adosados a las paredes de listones de madera que no llegan al techo hay los peak 0 tarimas de cana a unos 50 cm del suelo, que sirven de cama, mesa, asiento y para cualquier otro uso que se lesde. En el centro de la jea o en la mitad destinada a las mujeres, el ekent, esta el fuego encendido permanentemente. La otra mitad de la cabana es de los hombres y recibe el nombre de tankamash; es donde se reciben las constantes visitas de vecinos y familiares y seria equivalente a nuestra «sala».

Hablando en terminos etnograficos, los shuar forman parte de la gran familia cultural y linguistica jibaroana, junto a los achuara, los huambisa (conocidos tambien como aguaruna). De entre todos los pueblos de la familia cultural jibara, los shuar son los mas conocidos por la tradicion de reducir la cabeza de los enemigos muertos y colgar el trofeo en la propia cabaña. Esta costumbre de hacer tsantsa (reduccion de la cabeza) horripilo tanto a los misioneros, militares y primeros colonos blancos 0 mestizos, que a lo largo del siglo pasado y primera mitad del siglo XX se convirtio en una imagen conocida en todo Occidente.
Esta costumbre no tiene por único objeto hacer alarde de trofeos de guerra, pretende que el espíritu del muerto, el muisak, no vuelva para vengarse del asesino. Por ello, el guerrero que mató a un enemigo debe llevar a cabo un complejo ritual, destinado a encerrar el alma del muerto en su propia cabeza, cuidadosamente reducida, llamada tsantsa. La preparación de la cabeza dura varios días y las operaciones materiales se alternan con las ceremonias mágicas.

El proceso es el siguiente:

Lo primero es, obviamente, cortar la cabeza al enemigo. Con un cuchillo se hace un corte desde la nuca al cuello, se tira de la piel y se desprende del cráneo. Se desecha el cerebro, ojos y demás partes blandas, además de todos los huesos. Se mete en agua hirviendo a la que se añade jugo de liana y otras hojas, lo que evita que se caiga el pelo. Se mantiene durante unos quince minutos aproximadamente; más tiempo la ablanda demasiado y es difícil impedir que no se pudra. Se saca del agua (con un tamaño aproximado de la mitad del original) y se pone a secar. Se raspa la piel por dentro para quitar restos de carne y evitar el mal olor y la putrefacción y se frota por dentro y por fuera con aceite de carapa. Después se cose el corte de la nuca, los ojos y la boca, de manera que queda como una bolsa, en la que se echa una piedra del tamaño de un puño o el volumen equivalente en arena caliente. Se cuelga sobre el fuego para desecarla poco a poco con el humo a la vez que se le va dando forma al cuero con una piedra caliente. En este proceso la cabeza acaba de reducirse. Una vez seca la cabeza se vacia la arena y se tiñe la piel de negro.
Luego se introduce un cordón de algodón por un agujero practicado en la parte superior de la misma y se asegura en la abertura del cuello con un nudo o un palito atravesado.

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