domingo, 4 de septiembre de 2011
retroprogresión
La retroprogresión es un término acuñado por Salvador Pániker. "Mantener nuestra capacidad de innovación siendo al mismo tiempo conservadores cautelosos." En efecto, vivimos una época híbrida, aunque algunos -a veces muchos- se empeñen en sacar a relucir los absolutos. Sin ir más lejos, el nuevo modelo económico será híbrido, sin el fundamentalismo del libre mercado ni el fanatismo de una economía sujetada única y exclusivamente por el Estado o socialismo puro. Nadie es, para que nos entendamos, absolutamente de derechas ni totalmente de izquierdas. Y si alguno hay, pues siempre quedará como una curiosidad o como un ejemplar digno de ser contemplado con admiración y estupor. Sin embargo, a menudo nos mostramos absolutos, atrincherándonos en una postura que, si la pensamos durante medio minuto, con toda seguridad la matizaremos. Hemos alcanzado un punto tal de mezcolanza e hibridez que sólo la manifestación de una postura tajante crea a nuestro alrededor un rumor no se sabe si de admiración o de escándalo en sordina. De algún modo, eso es una manera de protestar contra esa suerte de relativismo blandengue. Porque, no hay que olvidar que existe un relativismo serio y necesario, una buena cintura y unos buenos reflejos para habitar en un mundo cada vez más incierto. Dice Pániker que nos han educado para y según valores absolutos, lo cual no significa que ahora debamos responder con un "todo vale" o con un nihilismo radical, lo cual sería otra manera de empeorar las cosas. Sin duda, nuestro suelo ya no es sólido o, por lo menos, tan sólido como antes. Urge reconfigurar nuestro programa, más que nada para no quedarnos fuera de juego y con la boca abierta. El peligro de todo este estado líquido, como diría Bauman, es que se cuele cualquier farsante o engañabobos y nos dé gato por liebre. Eso siempre ha ocurrido, lo que pasa es que ahora quedan rápidamente desactivados gracias a que, en general, estamos más despiertos y acostumbrados a lo precario, frágil, movedizo. Hermosas metáforas e imágenes próximas al mundo zen. Ya se sabe: lo flexible se arquea pero no se quiebra, mientras que lo rígido, al ofrecer una resistencia dura, se parte al primer vendaval. Lo mismo vale para la religión. Elija usted mismo la combinación que más le convenga. Pániker, sin duda, está refiriéndose a un Occidente más o menos acomodado o instalado en el exceso, porque no hay que olvidar a los fanáticos que nada saben de sutilezas de ese tipo y embisten con todo el equipo, y no importa entrar en detalles escabrosos. El terrorismo es igualmente brutal, aunque también ha adoptado otras formas, mucho más impredecibles que antaño. Durante la Guerra Fría existían dos bloques muy diferenciados que no tenían ningunas ganas de morir en el intento. Existía la amenaza nuclear, pero nadie se atrevía a apretar el botón. Qué lejos nos quedan esos tipos a los que no les importa morir matando. Su vida en la tierra es una porquería si se la compara con el edén que les espera y, de igual modo, la vida ajena tampoco vale un pimiento. Esa es su lógica, aunque a nosotros nos parezca aberrante. La retroprogresión de la que habla Salvador Pániker es para seres muy evolucionados y que han resuelto una serie de cosas.
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