domingo, 15 de abril de 2012

Percival Harrison Fawcett




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El coronel Percival Harrison Fawcett fue un militar, topógrafo y explorador británico.
Junto con su hijo Jack y el amigo de éste, Raleigh Rimell, desapareció bajo circunstancias desconocidas en 1925 durante una expedición por descubrir aquello que prefería llamar su objetivo principal o "Z", lo que él creía era, según las antiguas leyendas y testimonios esotéricos, una misteriosa ciudad perdida en la selva inexplorada de Brasil.

La primera expedición de Fawcett a Sudamérica fue en 1906 cuando viajó a Brasil para cartografiar un área de la selva en el borde de la frontera entre Brasil y Bolivia, por encargo de la Royal Geographical Society, que había sido comisionada para cartografiar el área como una tercera parte imparcial. Llegó a La Paz en junio. En su expedición de 1907, Fawcett afirmó haber visto y pegado un tiro a una anaconda gigantesca de 62 pies de largo, por lo que fue extensamente ridiculizado por la comunidad científica. Relató a otros animales misteriosos, desconocidos a la zoología, como un pequeño perro felino cerca del tamaño de un perro raposero, que él afirmó haber visto dos veces.
Fawcett realizó siete expediciones entre 1906 y 1924. Se llevaba bien con los locales sobre todo gracias a los regalos, paciencia y comportamiento amable. En 1910 Fawcett hizo un viaje al río Heath para encontrar su origen. Después de su expedición de 1913 supuestamente afirmó haber visto a perros con dobles narices. Éstos pudieron haber sido tigres sabuesos andinos de dos narices.
Fawcett había estudiado antiguas leyendas y archivos históricos, convenciéndose de que una ciudad perdida existió en algún sitio de la región de Mato Grosso, una ciudad, a la que puso el nombre de "Z". Según el propio Fawcett, su principal fuente escrita era un documento portugués del siglo XVIII, dejado por un grupo de cazadores de fortuna que anduvieron durante 10 años por regiones interiores de Brasil, descubriendo finalmente una antigua ciudad en ruinas (la ciudad perdida del Manuscrito 512). Para Fawcett, aquella ciudad, o ciudad de Raposo, como la prefería llamar, era una de las varias ciudades perdidas del Brasil, remanentes de una vieja civilización (la Atlántida), cuyo pueblo había degenerado, pero aun conservaba vestigios de un pasado olvidado, en momias, pergaminos y láminas de metal cinceladas.
Otro testimonio de la existencia de aquella civilización prehistórica lo representaba para Fawcett una extraña estatuilla de basalto negro, de 25 cm de alto, cuyo origen no se pudo identificar claramente. Fawcett la obtuvo de su amigo H. Rider Haggard y la llevaba consigo en su última expedición. Tras acudir a la ayuda de un psicometrista, según relata Fawcett, averiguó que la estatuilla era de origen atlante.
En 1921 Fawcett emprendió una expedición por la Bahía, guiándose tanto por el Manuscrito 512, como por el testimonio de otro viajante británico, coronel O´Sullivan Beare, ex cónsul en Río de Janeiro, quien afirmaba haber visitado una ciudad perdida parecida a la del Manuscrito 512, a pocos días de camino de la ciudad del Salvador.
Según menciona Fawcett en su libro, después de recorrer la región del río Gongogi logró reunir nuevos testimonios de la existencia de ciudades perdidas.

En 1925, con la financiación de un grupo de financieros situado en Londres, llamado The Glove ("El Guante"), Fawcett regresó a Brasil con su hijo mayor Jack para una expedición con tal de descubrir aquellas ciudades perdidas. Antes de partir, Fawcett dejó instrucciones declarando que si él y sus compañeros no volvieran, ninguna expedición de rescate debería ser enviada, o, al contrário, los rescatadores sufrirían su destino.
Un hombre con años de experiencia, Fawcett viajaba con todas las necesidades escogidas a mano, cosas como conservas alimenticias, leche pulverizada, armas, cohetes de señales y, por supuesto, un sextante y un cronómetro (inventado por John Harrison) para determinar la latitud y la longitud. También escogió a mano a sus compañeros para esta expedición, ambos elegidos por su salud física, habilidad y lealtad el uno al otro: su hijo mayor Jack Fawcett y el amigo de muchos años de Jack, Raleigh Rimell. Fawcett eligió a sólo dos compañeros, de modo que podrían viajar más ligeramente y pasar más desapercibidos por las tribus de la selva, siendo algunas de éstas hostiles hacia los exploradores. Muchas tribus entonces todavía no habían entrado en contacto con los blancos.
La última señal de Fawcett databa del 29 de mayo de 1925, cuando telegrafió a su esposa que estaba listo para penetrar el territorio inexplorado acompañado únicamente de Jack y Raleigh Rimmell. Relató que estaban cruzando el Alto Xingú, un afluente de sudeste del Río Amazonas. Desde entonces nada más se escuchó de ellos.
Muchos supusieron que los indios locales los habían matado, varias tribus postuladas en aquel tiempo — los Kalapalos, quienes fueron los últimos en verlos, o los Arumás, Suyás, o tribus Xavantes, cuyo territorio estaban penetrando. Ambos jóvenes ya estaban cojos y enfermos cuando fueron vistos pot última vez, y no hay ninguna prueba de que fueron asesinados. Es probable que murieron de causas naturales en la selva brasileña. Los misticos creen que el explorador no murio, sino que rue raptado por una civilizacion subterranea descendiente de los
ultimos supervivientes de la Atlantida.




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