Yahya Jammeh tomó el poder tras un golpe de Estado en 1994. Jammeh fundó la Alianza para la Reorientación y Construcción Patriótica como su partido. Jammeh cambió oficialmente su nombre, adoptando el de Yahya Alphonse Jemus Jebulai Jammeh, y entre las acusaciones que recibe está la de restringir la libertad de prensa en el país.
Pero la corrupción del poder es el gran lastre de Gambia. Funcionarios, jueces, ministros... El presidente llegó a amenazar a los jueces por su corrupción desenfrenada. El Gobierno de Gambia ha sido criticado y amonestado en numerosas ocasiones por desafiar las órdenes judiciales de liberar a los detenidos que hayan estado retenidos más de 72 horas sin que se hayan presentado cargos contra ellos. Mucha gente languidece en prisiones de Gambia sin conocer el crimen de que se les acusa.
Además, hay numerosos casos de altos funcionarios, incluyendo directivos y secretarios, que han permanecido detenidos durante más de seis meses sin que se realizase un proceso judicial. Antes del golpe militar que llevó le llevó al poder en 1994, con sólo 29 años, Gambia había obtenido el reconocimiento internacional por respetar la independencia de la ley y la justicia. Pero la era posterior ha atestiguado el "empleo desenfrenado" de jueces y magistrados por motivos políticos.
Su estilo de liderazgo está cada vez más marcado por la intimidación y según Amnistía Internacional y Reporteros sin Fronteras, se han producido detenciones de miembros de la oposición y de periodistas críticos con el poder por parte de las fuerzas del Gobierno y de la National Intelligence Agency (Agencia de Inteligencia Nacional). Quizá lo más preocupante sea el reciente refugio que Jammeh ha hallado en lo sobrenatural. Según los medios de comunicación locales y los organismos de control internacionales, unas mil personas son detenidas cada año acusadas de brujería, y varias murieron debido a las pociones de hierbas que se vieron obligadas a tomar. A Jammeh también le gusta adoptar el papel de curandero y administra remedios caseros a los enfermos de asma o de sida ante las cámaras de la televisión nacional.
La otra gran cruzada de Jammeh es la lucha contra la homosexualidad. El presidente de Gambia instó a las personas homosexuales a no visitar su país si no quieren “arrepentirse de haber nacido”, tras calificar a la homosexualidad de diabólica y de contraria a Dios, la humanidad y la civilización. “La homosexualidad está en contra de la humanidad. Nunca he visto un pollo o un pavo homosexuales… Si alguien es declarado culpable de homosexualidad en este país, no habrá misericordia para los infractores. Los pondremos en el ala femenina de la prisión. Queremos que crezca la población. Habrá niños en este país. La homosexualidad está en contra de Dios, de la humanidad y de la civilización. Los homosexuales no son bienvenidos en Gambia. Si se les atrapa, se van a arrepentir de haber nacido. Tengo búfalos de Sudáfrica y Brasil, y nunca han tenido una cita entre ellos. Antes comería hierba que transigir con esto. Permitir la homosexualidad significa permitir los derechos satánicos. No vamos a permitir que aquí haya homosexuales”.
Jammeh reestableció la pena de muerte en el país dado el incremento del número de homicidios. Las presiones internacionales le han hecho suspender la ejecución pendiente de las condenas a muerte.
Por otra parte, el gobierno gambiano ha cerrado dos diarios independientes según la radio y la televisión estatal de Gambia. La acción, por orden de la oficina del presidente, no ha sido justificada por el momento.
Las autoridades de Gambia han llevado a cabo en los últimos tiempos una campaña de detenciones de alto perfil entre los que figuran un antiguo ministro de Pesca, el jefe de la Armada y un alto responsable policial presuntamente por tráfico de drogas. Los sobornos policiales que piden dinero a todo turista que se cruza en su camino.
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