Los que viven en Términos de servicio
y no de potencia, para ser plenamente lo que se puede ser,
crear la vida en todas partes y siempre,
para desafiar la pulsión de la muerte
tan caro a nuestras sociedades patriarcales,
cambiando el desprecio a la civilización
por la luz de la civilización.
Las armas de la paz, las semillas del futuro.
¿Pero por qué esta utopía humanista
sería el dominio exclusivo de la anciana?
¿Estamos en la vanguardia iluminada?
En Francia, la canícula del 2003 dejó en evidencia un problema grave: la soledad de los ancianos. Thérèse Clerc, feminista de 84 años, ideó una casa para ancianas que quieren envejecer juntas, "La casa de las Babayagas". Abrirá sus puertas a mitad del 2012. El colectivo de mujeres Les Babayagas lleva desde hace más de diez trabajando para la creación de un espacio autogestionado donde puedan vivir mujeres de la tercera edad, bajo el nombre de la Casa de Las Babayagas.
Las obras comenzarán en breve en un terreno en el corazón de Montreuil en la región parisina. El edificio, que va a ser construido por la oficina de HLM (vivienda social en Francia) y albergará 21 residentes y 4 jóvenes, tiene previsto abrir sus puertas a finales de 2012. Pero el proyecto reposa ya solidamente sobre sus cuatro pilares: autogestión, solidaridad, ciudadanía y ecología.
Más allá de la organización de su vida en un entorno elegido y organizado por ellas mismas, estas mujeres con edades entre los 65 y los 92 años proponen una visión política sobre “los viejos” como actores y actrices de su vida y elementos dinámicos de una democracia en perpetua creación.
Las obras comenzarán en breve en un terreno en el corazón de Montreuil en la región parisina. El edificio, que va a ser construido por la oficina de HLM (vivienda social en Francia) y albergará 21 residentes y 4 jóvenes, tiene previsto abrir sus puertas a finales de 2012. Pero el proyecto reposa ya solidamente sobre sus cuatro pilares: autogestión, solidaridad, ciudadanía y ecología.
Más allá de la organización de su vida en un entorno elegido y organizado por ellas mismas, estas mujeres con edades entre los 65 y los 92 años proponen una visión política sobre “los viejos” como actores y actrices de su vida y elementos dinámicos de una democracia en perpetua creación.