martes, 8 de julio de 2014

Tras de Triodos

La Antroposofía es un camino de conocimiento del lado espiritual de la realidad, mediante el uso de facultades que duermen dentro de cada ser humano. Rudolf Steiner adquirió y perfeccionó esas facultades, y en sus libros y conferencias explicó cómo desarrollarlas: mediante lo que llamó “pensamiento vivo” o “pensamiento goetheano”, que se adquiere gracias a una serie de ejercicios de concentración y meditación, que van desarrollando la elevación de la conciencia. A diferencia de otros maestros y filósofos, Steiner advirtió que no se aceptaran ciegamente sus enseñanzas, ya que el hombre posee una facultad innata para reconocer la verdad. Recomendaba una actitud de recibir, evitando temporalmente todo el prejuicio de creerlo o no creerlo. A través del trabajo individual, cada uno puede llegar a comprobar lo que él transmitía. Actuación de euritmia Steiner creía que la tarea del hombre no es simplemente desarrollarse a nivel personal y ampliar su conciencia. Si un hombre alcanza a tener un conocimiento directo de los mundos espirituales, este mismo logro hace que aumenten sus responsabilidades hacia sus semejantes. Por ello esbozó las líneas de muchas facetas en las que se puede concretar el conocimiento del hombre y del mundo a la luz de la antroposofía: medicina antroposófica, pedagogía waldorf, agricultura biodinámica, triformación social, terapia biográfica, arte terapia, euritmia, arte de la palabra…
 • BIOGRAFÍA DE RUDOLF STEINER:
 Rudolf Steiner nació el 27 de febrero de 1861, en un pueblo del imperio Austro-húngaro, en la actual Croacia. Hijo de un funcionario de ferrocarriles, pasó su infancia en un entorno rústico, en las distintas estaciones ferroviarias a las que fue destinado su padre. Steiner dijo que desde niño el mundo espiritual estaba completamente abierto para él y supo que su tarea sería dar los elementos del conocimiento espiritual. Rudolf Steiner Sabiendo que la simple posibilidad de tal conocimiento sería negada por todos, se preparó en las ciencias físicas de su época (estudió Matemáticas y Ciencias Naturales en la Escuela Técnica Superior de Viena) y asistía como oyente a las facultades de Filosofía, Literatura, Psicología y Medicina. Al tiempo hacía experimentos y observaciones de la naturaleza siguiendo el método de investigación científica de Goethe. En 1882 le encargaron la publicación y el comentario de los escritos científicos de Goethe dentro de la compilación de Literatura Nacional Alemana, y en 1889 aceptó la invitación a trasladarse al Archivo Goethe-Schiller de Weimar, donde trabajó durante años. Como fruto de estas investigaciones, en 1886 escribió “Líneas básicas de una Teoría del Conocimiento según el concepto del mundo de Goethe”. En 1891 publicó su tesis doctoral en filosofía, “Verdad y Ciencia”, y en 1894 “La Filosofía de la Libertad”. Estos libros constituyen el fundamento del método científico de sus obras antroposóficas. Al tiempo que realizaba estas investigaciones, Steiner se hizo cargo con frecuencia de trabajos pedagógicos: a partir de los trece años se financiaba sus estudios dando clases particulares. Y durante años fue educador, en la familia de un comerciante, de un niño hidrocefálico, el cual había sido considerado por varios especialistas como no susceptible de educación. Sin embargo Steiner consiguió con sus medidas pedagógicas una mejora tan radical que el muchacho ingresó dos años más tarde en una escuela normal y acabó siendo licenciado en medicina. Asimismo, en Berlín, entre 1899 y 1904 Steiner ejerció en la Escuela Obrera de Formación de Adultos fundada por Liebknecht. Junto a sus múltiples actividades públicas, Steiner seguía en silencio los ejercicios espirituales sistemáticos, que más tarde dio a conocer en sus obras básicas, sobre todo en “Cómo se alcanza el conocimiento de los mundos superiores” y en muchas conferencias. En “La Ciencia Oculta” expuso que este conocimiento no se halla en oposición a la Ciencia Natural, sino que la amplían hacia su aspecto espiritual. En el otoño de 1900 Steiner empezó a dar conferencias en pequeños círculos, dejando entrever algo de sus experiencias suprasensibles. En 1902 habló en Berlín ante la Asociación Científica Giordano Bruno, a la que él mismo pertenecía, exponiendo la futura misión de su vida: “encontrar nuevos métodos para la investigación del alma sobre una base científica”. Cuando Steiner dio este paso decisivo para el resto de su vida, era un hombre muy considerado en los círculos de la élite científica y cultural alemana. Pero a partir de entonces fue tachado de teósofo, pues sus conferencias a partir de octubre de 1902 tenían lugar formalmente en la Sociedad Teosófica, y los representantes oficiales de la cultura alemana lo ignoraron con el silencio. En 1913 diferencias de opinión motivaron su salida de la Sociedad Teosófica. Ya desde 1902 Steiner había denominado su camino de investigación con el nombre Antroposofía. Gotheanum (Donarch, Suiza) Steiner escribió cuatro Dramas Iniciáticos, para la representación de los cuales se construyó el edificio Goetheanum en Dornach (Suiza), siguiendo las indicaciones de Steiner, que configuró las líneas de una nueva arquitectura, escultura y pintura En la Navidad de 1923 Rudolf Steiner dio nueva forma a la Sociedad Antroposófica: asumió la presidencia y articuló la Universidad del Goetheanum en diversas secciones: antroposófica general, pedagógica, artes musicales y de la palabra (euritmia), artes plásticas, medicina, ciencias naturales (biología e investigación agrícola), matemático-astronómica, ciencias sociales, investigación espiritual de la juventud y Bellas Letras. El 30 de marzo de 1925 falleció Rudolf Steiner. A la hora de su muerte había escrito unos 70 libros y obras menores, y pronunciado unas 6.000 conferencias en diversos países. Hasta su muerte trabajo en el grupo escultórico, al que llamó “El Representante de la Humanidad” que representaba la figura de Cristo sosteniendo en equilibrio a Lucifer y a Ahrimán. Escultura de Rudolf Steiner: “El representante de la Humanidad” Wood Sculpture of The Group by Rudolf Steiner, photo from page 89 of Reminiscences of Rudolf Steiner by Andrei Belyi, Voloschin, &Turgenieff.
CONCEPTOS ESENCIALES DE ANTROPOSOFÍA
 Vamos a revisar algunos de los conceptos esenciales de la Antroposofía, fruto del conocimiento del lado espiritual de la realidad. En estas imágenes de la verdadera esencia del ser humano y del mundo, se basan las distintas ramas prácticas que luego analizaremos (medicina antroposófica, pedagogía waldorf, triformación social, etc.) 1. EL SER HUMANO Hombre de Vitrubio. Leonardo Da Vinci En sus escritos y conferencias, Steiner dio distintas imágenes del ser del hombre, complementarias (no contradictorias), que nos permiten profundizar en su esencia y en su destino: • El ser humano puede ser descrito como un ser cuatripartito: formado por cuerpo físico, cuerpo etérico, cuerpo astral, y el yo: - El cuerpo físico, organización mineral o primer cuerpo: ocupa un lugar en el espacio, está sometido a las leyes de lo sólido, y posee los sentidos físicos para que lo espiritual se asome al mundo de los objetos. Es el cuerpo encargado de suministrar los límites físicos al Yo. - El cuerpo etérico, organización vital o segundo cuerpo: desde el punto de vista científico sabemos que el cuerpo físico se renueva totalmente cada cinco o seis años, y no solamente a nivel celular, sino también a nivel molecular o atómico. Sin embargo, permanece siempre intacta nuestra forma (cuerpo, huellas digitales…). Ello se debe a una cierta fuerza inherente a la forma misma: las fuerzas formativas, o fuerzas etéricas, cuya misión consiste en edificar constantemente nuestro cuerpo físico. Son las fuerzas de crecimiento y reproducción. El cuerpo etérico es de naturaleza suprasensible: no perceptible por los sentidos ni captable por los modernos aparatos tecnológicos. Al morir, el cuerpo etérico continúa existiendo durante tres días, aunque separado del hombre. Cuando el cuerpo etérico se retira, el cuerpo físico ya no puede retener su forma y con el paso del tiempo se disuelve en sus componentes físicos y químicos. - El cuerpo astral, organización consciente, o tercer cuerpo: es el cuerpo sensible o emotivo por medio del cual hombres y animales tienen la posibilidad de sentir (desde los impulsos instintivos hasta la emoción estética). También es la causa del movimiento, y del desarrollo de la conciencia. Todas las noches, al dormir, el cuerpo astral y el Yo abandonan al hombre, yéndose hacia el mundo espiritual, y regresan al hombre cuando éste despierta. El cuerpo astral se satura de las percepciones del mundo físico y necesita retirarse para fortalecerse, regresando al cuerpo físico al despertar. Al fallecer, el cuerpo astral y el Yo se retiran al mundo espiritual. - Sólo el hombre posee el cuarto cuerpo, el Yo: es el núcleo espiritual del ser humano. La Conciencia de sí mismo. Caracterizado por el habla, el pensamiento y la individualidad. • Asimismo se puede considerar el ser humano como un ser tripartito, que posee cuerpo, alma y espíritu: - El Yo, el auténtico “ser en sí mismo” del hombre, pertenece íntegramente al mundo espiritual. - Su cuerpo físico pertenece en su totalidad al mundo material, al que regresa después de la muerte. - Entre el cuerpo y el espíritu está el alma, que puede considerarse como mediador entre ellos. Steiner cuenta cómo el alma reúne tesoros para otorgárselos al espíritu. El alma no es inmortal, mientras que el espíritu sí lo es. Al morir, el alma se disuelve gradualmente en el “mundo anímico”. Todos los seres nuevamente encarnados crean para sí mismos una nueva alma con las cualidades necesarias para el logro de su nuevo destino. En la vida individual de un ser humano, el alma pasa a través de sucesivas etapas de desarrollo, y debería hacerse cada vez más madura a medida que el espíritu o “ser verdadero” imprime su huella en ella y la ayuda a transformarse. En nuestra vida pasamos por las etapas del alma sensible, el alma racional y el alma consciente. - Cada uno de estos aspectos del ser, tienen relaciones recíprocas: el sistema neuro-sensorial, el sistema rítmico y el sistema metabólico-motor, en los que podemos dividir el cuerpo físico, aparecen en relación con las actividades anímicas: pensar, sentir y querer (voluntad); que a su vez pueden ser desarrolladas como capacidades espirituales: imaginación, inspiración e intuición. • Por otro lado, Steiner explicó cómo el ser del hombre forma parte del mundo espiritual: Para la elaboración de la siguiente explicación, Steiner recurrió a información de la “Crónica del Akasha” (a la que tuvo acceso por el desarrollo de sus facultades espirituales), así como a ciertas revelaciones de los mundos espirituales que le confiaron la misión en esta encarnación de que las transmitiera a los hombres. Steiner pronunció un ciclo de diez conferencias titulado “Las jerarquías espirituales y su reflejo en el mundo físico”, en el que explica que la creación sucesiva de los cuatro cuerpos del hombre no fue obra de un solo ser supremo (Dios), sino que fue obra de cuatro de las jerarquías más elevadas, a través de una serie de etapas históricas. Durante estas etapas, las jerarquías espirituales superiores al hombre trabajaban juntas para hacer que el hombre viviera finalmente en un cuerpo físico en este planeta. Estas jerarquías espirituales están constantemente activas trabajando para el desarrollo del hombre y de la Tierra. El hombre pertenece a la décima jerarquía espiritual. Es un ser predestinado a ser totalmente diferente a los demás seres del universo, porque se le ha concedido la libertad. Ninguna otra jerarquía posee esta libertad: las jerarquías espirituales sólo pueden servir y obedecer los propósitos de la divinidad. No obstante, el hombre no llegaría a ser libre a menos que pudiera elegir entre el Bien y el Mal. Por esta razón, a ciertos seres superiores se les dio la tarea de actuar como fuerzas opositoras en la evolución de la Humanidad (los llamados “ángeles caídos” por el pensamiento cristiano tradicional). Al rebelarse, renunciaron temporalmente a su propia evolución, y se convirtieron en seres que ya no habitaban en el mundo espiritual, sino en la atmósfera espiritual de la Tierra misma, siendo así capaces de influir directamente sobre el hombre, especialmente en sus sentimientos y en su voluntad. El Mal no es una ilusión, sino una realidad en la evolución terrestre. El Mal es una fuerza opuesta a la Voluntad Divina y está personificado en seres que existen en dos categorías distintas: Lucifer (y los seres luciféricos) y Ahrimán (y seres ahrimánicos). Lucifer es el ser que le dice al hombre que él es como los dioses, conocedor del Bien y del Mal (luego no tiene que buscar el mundo espiritual), y Ahrimán es el ser que le dice que él es sólo humano, sin ningún elemento divino, pero como hombre puede poner el mundo entero a su servicio, y todo lo que en él existe. Estos seres tienen como tarea desviar a los hombres de su meta verdadera, tentarlos con el fin de adquirir poder sobre ellos para sus propios fines, que ahora son opuestos al mundo divino. La rebelión de estos seres tuvo como consecuencia que el hombre tenga una opción real. Puede seguir el Bien o el Mal. Ningún ser superior puede obligarle a hacer el Bien. Los seres superiores se preocupan del hombre y lo ayudan todo lo que pueden, sin llegar nunca a forzarle a escoger el Bien, ya que esto destruiría su libertad. Lo que el hombre puede hacer es desarrollar su amor desde lo más profundo de su ser, una cualidad humana a la que no se le puede obligar, y que tampoco se le puede introducir desde fuera. La acción verdaderamente libre del hombre sólo puede ser una obra de amor. Libertad y amor van juntos y la tarea cósmica del hombre es transformar el mundo por medio del amor.
 EL DESARROLLO DEL “PENSAMIENTO VIVO” COMO FORMA DE DESARROLLO ESPIRITUAL INDIVIDUAL Y DE LA LIBERTAD HUMANA.
El concepto de Steiner de libertad, y de cómo puede el ser humano desarrollarse a sí mismo de manera tal que pueda ejecutar actos verdaderamente libres, lo expuso en su obra “Filosofía de la Libertad”. Leer el libro y trabajar con él es, en sí, un ejercicio espiritual para adquirir el llamado por Steiner “pensamiento vivo” o “pensamiento goetheano”, pues parte de este trabajo es liberarse de todos los preconceptos y prejuicios que brotan de nuestra vida anímica. El Yo es el núcleo espiritual del ser humano. Trabajar con este libro tiende a hacer que nos demos cuenta de este núcleo central de nuestro ser. Para ejecutar una acción libre tendría que ser voluntariamente ordenada por nosotros, lo que significa que nosotros debemos controlar nuestra acción. El instrumento de control no es la voluntad en sí, sino nuestro pensamiento, que parece estar bajo nuestro control (no así nuestros sentimientos ni nuestras emociones). Si nos privamos de hacer algo que nos gustaría mucho, habrá sido resultado de la reflexión, no del querer, de la voluntad. El verdadero pensamiento, no nuestro hábito normal de dejar que simplemente pasen procesos de pensamiento a través de nuestra mente, es una actividad que está bajo el control del Yo. La intuición y la observación son las fuentes de nuestro conocimiento: un objeto externo que observamos permanece para nosotros ininteligible hasta que aparece en nuestro interior la intuición correspondiente que añade a la percepción la parte de la realidad que le falta. Es posible que el ser humano piense con libertad. Es cierto que nuestro pensamiento y nuestros actos basados en él están casi invariablemente determinados por la estructura de carácter que hemos creado para nosotros, en base a nuestros talentos originales, naturales o heredados. Pero existe la posibilidad de trascender nuestra disposición de carácter cuando nos dedicamos a esos actos de pensamiento creativo, a los que Steiner llama fantasía o intuición moral. El Individualismo ético está basado en la libre actividad espiritual que el hombre consigue al cambiar el pensamiento ordinario por el pensamiento puro. Este pensamiento puro se eleva por sí mismo a la experiencia directa del mundo espiritual, y extrae de él los impulsos para el comportamiento moral. Las obras ejecutadas de acuerdo a normas morales aceptadas son admirables, pero no son libres. La única forma de conseguir esta libertad es elevándonos al mundo intuitivo de las ideas. Solamente un acto de la voluntad que brota de la intuición puede ser un acto individual. Hay quienes se preguntan cómo es posible llevar una vida social si todos se empeñan en afirmar su propia individualidad. Steiner basa su argumento en su comprobación anterior de que el mundo de las ideas es un mundo real, y sólo hay un mundo de las ideas. Este mundo es una unidad, pero cada hombre libre utiliza su propia intuición para tomar lo que pueda de él. Si mi vecino y yo somos moralmente libres y ambos concebimos la idea y no obedecemos a impulsos externos, tenemos que encontrarnos en parecido esfuerzo, en común intento. Lo contrario sucede cuando los hombres siguen una norma moral particular: mi vecino podría tener una norma diferente a la mía que desea obligarme a obedecer, o ambos tenemos la misma norma, pero él piensa que yo soy descuidado en observarla; entonces los choques son inevitables.
CONCEPTO ANTROPOSÓFICO DE REENCARNACIÓN Y KARMA. QUÉ SUCEDE ENTRE NUESTRA MUERTE Y EL NUEVO NACIMIENTO
Cuando el hombre ha completado su ciclo vital y muere, su Yo y sus cuerpos etérico y astral, pasan al mundo espiritual, dejando al cuerpo físico sin “ocupante” y sometido a la descomposición. - El cuerpo etérico, que ha grabado dentro de sí, en forma de recuerdos inconscientes, todo lo que ha sucedido en la vida recién acabada, permanece unido al cuerpo astral y al Yo durante tres días, y después se disuelve por sí mismo, convirtiéndose en parte del éter universal, del que originalmente procede. Durante estos tres días, la vida recién acabada pasa por delante del Yo y del cuerpo astral en un gran panorama que aparece instantáneamente en su totalidad. El desarrollo panorámico del pasado experimentado inmediatamente después de la muerte, ha sido experimentado también por muchas personas que han estado en peligro de muerte accidental inmediata pero que han vivido para contarlo. Es una experiencia de gran importancia para el hombre que acaba de morir, puesto que se graba por sí misma en su cuerpo astral que sobrevivirá muchos años aún, mientras pasa el siguiente período post-mortem, denominado por Steiner “Kamaloca”. - El siguiente período post-mortem, el “Kamaloca”, es el tiempo que tarda en “diluirse” el cuerpo astral. En él hay dos experiencias principales: • Puesto que poseemos nuestro cuerpo astral, continuamos experimentando deseos y emociones, pero sufrimos la privación de no tener un cuerpo físico a través del cual encuentren expresión y se satisfagan. Viviendo a través de la experiencia de los deseos insatisfechos, nuestro cuerpo astral se purga de ellos, hasta que queda purificado. • En el Kamaloca revivimos nuestra vida pasada en retrospección: desde la muerte al nacimiento. Pero sentimos la “otra mitad” de nuestras experiencias vitales: lo que nuestros semejantes y la naturaleza animada e inanimada sintieron con nuestras acciones. Todo lo que hicimos en la Tierra tiene consecuencias y éstas las revivimos en el kamaloca. Cada obra, buena o mala, que cometimos en relación con nuestros semejantes, será experimentada como si fuéramos nosotros la otra persona o ser. Al mismo tiempo, seres superiores “juzgan” nuestras acciones, “haciendo llover sus simpatías y antipatías”, de forma que nos vemos dentro de una lluvia espiritual. Cuando llueve sus simpatías juzgan nuestras obras como buenas y las conservan en el universo. Cuando llueven antipatías, nuestras obras fueron malas para el universo. Estas tendrán que ser compensadas y corregidas en posteriores vidas en la Tierra. Lo que fue bueno nos beneficiará en vidas futuras, contribuyendo también a que la Tierra cumpla su misión. Cada noche tenemos en el sueño lo que podemos llamar una breve experiencia del kamaloca, que difiere de la experiencia auténtica después de la muerte, porque si bien al dormir el cuerpo astral y el Yo están fuera de los cuerpos etérico y físico, no los han abandonado del todo, permanecen unidos por finos hilos espirituales. Esta segunda experiencia es la que ocupa las horas de sueño profundo en nuestra vida. Pero no tenemos conocimiento consciente del hecho de que estamos viviendo de nuevo las obras del día recién pasado como fueron experimentadas por aquellos con quienes hemos estado en contacto y como son consideradas pro los seres superiores. Lo que experimentamos después de la muerte es la experiencia del tiempo dormido en la Tierra, pero con la conciencia despierta. Puesto que, normalmente pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo, el kamaloca dura alrededor de un tercio de nuestra vida. Hay una consecuencia de esta experiencia nocturna que es de gran importancia: sin darnos cuenta estamos estableciendo las bases para la evolución de nuestra conciencia, incluso en esta vida. Aparte de la experiencia ocasional de un sueño intenso y significativo, nos damos cuenta a veces durante la noche de que algo despierta la “antipatía” de los seres superiores, algo que estaba objetivamente mal y que, a su tiempo, tendremos que reparar. Si por medio de nuestra conciencia despierta nos damos cuenta de algún mal cometido e intentamos conscientemente compensarlo en esta vida en la Tierra, nuestro karma se ilumina proporcionalmente y nuestra experiencia en el kamaloca es así mitigada. Por esta razón Steiner dio uno de sus ejercicios más valiosos: imaginar nuestro día hacia atrás antes de dormir cada noche. Con este ejercicio hacemos conscientemente parte del trabajo que más tarde haremos inconscientemente durante el sueño. El kamaloca no es un castigo: ni siquiera nos juzgamos, sino que percibimos los resultados objetivos a nuestras obras. Es un camino para que tal percepción pueda resultar valiosa para nosotros y para el mundo. Experimentando en nosotros mismos lo que hemos hecho a los demás, llegamos a conocer de verdad lo que hemos hecho. La obra se completa mediante la vivencia de la otra mitad que no conocíamos en vida y sabemos por la actitud de los seres superiores si fue objetivamente buena o mala. Cuando hemos hecho un bien, todo eso también lo experimentamos en nosotros y conocemos el juicio de los seres superiores acerca de ello. Esta experiencia del Kamaloca nos proporciona el incentivo más fuerte posible para que deseemos actuar mejor en nuestra próxima vida en la Tierra y reparemos a otros el mal que hicimos. Aunque actuemos de manera inconsciente durante nuestra vida terrenal, esto no es posible en nuestra vida entre la muerte y un nuevo nacimiento. La siguiente etapa post-mortem es la entrada del Yo al Mundo Espiritual o Devacan: Pintura antroposófica Cuando el Yo emerge del kamaloca, está libre del cuerpo astral y el tiempo de purificación ha terminado. Entonces entra en el Devacan o Mundo Espiritual. En ese momento hemos experimentado la contrapartida de todas nuestras obras, hemos visto lo que supusieron para otros y su significado para el mundo, y todo eso se halla grabado ahora en nuestro Yo. Este Yo decide reparar sus malas obras en la Tierra y, en general, escoge su futuro medio ambiente y decide que vivirá su próxima vida entre las mismas individualidades con las que ha trabajado antes. Pero el Yo es incapaz de materializar todo esto sin ayuda de los seres superiores: no existe conocimiento a nivel humano que pudiera planificar la próxima vida de manera que fuera lo más provechosa posible y nos proveyera de oportunidades para hacer lo que hemos decidido hacer en la vida entre la muerte y el nuevo nacimiento. Pero la resolución fue nuestra. No mengua nuestra libertad humana el que nuestra libre resolución requiera para su realización un cierto tipo de cuerpo, ciertos padres y circunstancias vitales, que son escogidos por seres superiores para nosotros. Tampoco podríamos planificar la forma en que nuestras vidas se entrelazarán con las de aquellos otros con quienes realizaremos nuestras tareas vitales. Pero podemos en lo profundo de nuestro ser superior tomar la resolución de desear hacer bien lo que hicimos mal la vez anterior, y podemos decidir libremente aceptar aquellas circunstancias que serán escogidas para nosotros cuando el ser superior particular e individual, llamado en el cristianismo ángel de la guarda, nos guíe a la Tierra para nuestra próxima vida. Estas circunstancias son conocidas como Karma. Este karma es una segunda oportunidad, aunque no poseamos en nuestra próxima vida terrenal la conciencia de poder reconocerlas. Cuando dejamos el Kamaloca y nos hallamos en el mundo espiritual y no tenemos el cuerpo astral, es cuando tomamos la resolución, en base a nuestras experiencias de allí. Por eso, en el análisis final, somos nosotros quienes, con la parte superior de nuestro ser, hemos creado nuestro Karma. Cuando nos lamentamos de nuestro destino en la Tierra, estamos protestando contra nuestra propia decisión. Tenemos lo que hemos escogido y conseguido, y es lo bueno para nosotros. Aquí comienza nuestra libertad terrenal: podemos aceptarlas, a sabiendas de que son necesarias para nuestro progreso espiritual. El karma no es un destino férreo. Escogemos el entramado general de nuestro destino, los padres que nos ayudarán a conseguirlo, la gente que nos encontraremos. Pero en el momento, por ejemplo, de conocer a alguien con quien estamos relacionados, el elemento destino se acaba, y ambos somos libres a partir de ese momento. Todo lo que deriva de nuestras relaciones con unos y otros en vidas anteriores queda pendiente para ser solucionado en esta vida o en las subsiguientes. Somos inconscientes en nuestra vida de vigilia de los detalles de nuestra relación anterior, y esto nos permite llegar a percepciones nuevas en esta vida. En nuestro sueño conocemos nuestro destino conjunto. En contraste con esta libertad que disfrutamos en relación a la gente con la que estamos conectados kármicamente, los sucesos que ocurren pueden ser los resultados kármicos de obras realizadas en vidas anteriores, como la predisposición a ciertas enfermedades puede ser el resultado de ciertas deficiencias morales en vidas anteriores. Estos sucesos y enfermedades puede que no seamos capaces de evitarlos, pero como no sabemos nada de ellos en nuestra conciencia, nuestra libertad no está limitada. Al mismo tiempo, muchos importantes sucesos de nuestra última vida no son resultado de obras pasadas sino preparación para el futuro. Los amigos que hacemos en la última parte de la vida pueden ser también bastante nuevos para nosotros y nuestra tarea es preparar una relación más completa en la próxima vida. Siempre estamos entre el pasado y el futuro y el karma actúa sobre ambos para permitirnos completar lo inacabado en la vida anterior, mientras al mismo tiempo nuevas experiencias nos esperan siempre para crear karma para el futuro, ya sea bueno o malo. Nunca sería posible conocer la razón intrínseca de esos sucesos. Pero los seres superiores la conocen y son ellos los que nos dirigen hacia la enfermedad y los que determinan si se pone fin a nuestra vida terrenal o si nos recuperamos y vivimos el resto de nuestras vidas cambiados por la experiencia. El Mundo Espiritual en el que vivimos en esta fase entre la muerte y el nuevo nacimiento, se encuentra habitado por otras almas humanas. Percibimos en especial la existencia de aquellas almas humanas que murieron antes que nosotros y con las que mantuvimos algún tipo de relación, y asimismo percibimos la individualidad de los seres superiores. En el kamaloca sólo conocíamos las simpatías y antipatías de esos seres superiores hacia nuestras obras, pero ahora vivimos y habitamos con ellos en su atmósfera y estamos llenos de sus fuerzas espirituales. Ahora sentimos la “mirada” de estos seres superiores sobre nosotros: esta experiencia nueva nos enriquece con un tipo de conciencia. Nuestra conciencia disminuye como resultado de la antipatía de estos seres superiores hacia nuestras obras, y se mejora a medida que nuestras obras han sido buenas para el mundo y conformes con sus deseos. Esta experiencia con seres superiores es de suprema importancia no sólo para nosotros sino también para ellos. Hay gran interés de los dioses por el hombre y el deseo de que éste alcance su meta, de que esta Tierra se convierta en el planeta del amor. Lo llenan con nuevas fuerzas, mientras vierten en él la imagen de lo que Steiner llama el Hombre Ideal, el hombre como debería ser. Este ideal, vertido en el ser del hombre entre la muerte y el nuevo nacimiento, corresponde en cierto modo a lo que el hombre siente hacia los dioses en su vida terrenal. Allí donde el hombre vierte su amor hacia Dios por su propia devoción religiosa, allí vierten los dioses a su vez su calor hacia el hombre. En este calor vive la imagen del Hombre Ideal que el hombre absorbe dentro de sí para su uso posterior cuando vuelva a estar revestido de un cuerpo. - En este proceso del Yo en el Mundo Espiritual, se llega a la “medianoche cósmica”: A medida que nos aproximamos a la llamada hora de la “medianoche cósmica”, comenzamos a perder gradualmente la captación tanto de los seres espirituales como de las otras almas humanas con las que nos hemos mezclado. Pero al mismo tiempo nuestro ser interior se enriquece, mientras nosotros nos retiramos a una especie de soledad espiritual, si bien no perdemos al Cristo, que nos acompañará en la hora de la medianoche y en el futuro nos llevará más allá. En la hora de la medianoche en sí, tenemos la vida interior más potente, pero no tenemos la fuerza del alma que nos permita iluminar nuestro medioambiente espiritual. Ni siquiera tenemos recuerdos. Tenemos una infinita vida interior y un anhelo de una fuerza creadora positiva. Nuestros anhelos concentrados crean un “mundo exterior” para nosotros. Este mundo externo que creamos es una visión de todas nuestras anteriores encarnaciones terrenales, dispuestas ante nosotros en una visión panorámica. Al mismo tiempo un destello de luz aparece desde el futuro; es la misma luz que ilumina nuestro pasado. Esta es la luz que hay que obedecer: el Espíritu Santo, enviado por Cristo. (Hay un antiguo dicho de los rosacruces que dice: “Per Spiritum Sanctus reviviscimus”). - Tan pronto como pasa la hora de la medianoche, comenzamos a trabajar en la creación de nuestro cuerpo, el cual tiene que ser construido de acuerdo con las necesidades de nuestro karma. En el avance hacia la medianoche cósmica, estamos pasando realmente a través de las esferas planetarias, cada una con sus seres superiores asociados. En la preparación de la “semilla espiritual” de nuestro futuro cuerpo físico, estos seres de las diversas esferas planetarias intervienen de nuevo. Las diversas partes de nuestro cuerpo se formarán con la ayuda de ciertos seres planetarios a medida que pasamos por ciertas constelaciones del Zodiaco. Esta es la verdad que vive detrás de uno de los aspectos más conocidos de la astrología: que ciertos planetas y ciertas constelaciones no sólo están conectados con varias partes de nuestro cuerpo, sino que también intervienen, en parte, en nuestro destino terrenal. - Mientras que la semilla espiritual del cuerpo físico está siendo preparada, de acuerdo con nuestro karma, nuestro karma en sí está siendo incorporado a nuestro próximo cuerpo astral, llamado así porque es formado por seres superiores en el mundo astral o estelar. Mientras se prepara este cuerpo astral retenemos un cierto grado de conciencia y de conocimiento intermitente de los seres superiores que trabajan en él. - Cuando se completa el cuerpo astral, esta conciencia se pierde y volvemos definitivamente a la Tierra Los seres superiores se hacen cargo por completo de esta tarea. Bajo su guía, la semilla espiritual del cuerpo físico, en la que hemos trabajado durante tanto tiempo, nos deja finalmente y desciende a los padres a quienes, con su ayuda, hemos escogido para recibirla. - Tan pronto como esta semilla nos deja, sentimos en el interior nuestro ser de alma-espíritu, que se encuentra ahora en la esfera de la Luna, y un irresistible deseo de unirnos con esta semilla. Comenzamos a atraer hacia nosotros aquellas fuerzas vitales, parte del mundo total de fuerzas formativas, necesarias para dar vida a la semilla que se guarda ahora en las entrañas de nuestra futura madre. En el momento en que se ha formado este cuerpo etérico para nuestra vida venidera, la vida comienza a moverse dentro del útero. -Mientras estamos aún en la esfera de la Luna y al mismo tiempo que formamos nuestro cuerpo etérico, tenemos una última experiencia que se corresponde exactamente con la escena que pasa ante nuestra visión después de la muerte, mientras el cuerpo etérico se está disolviendo. Esta vez, sin embargo, tenemos una previsión de la vida terrenal que se avecina. No en todos sus detalles, pero sí en su contorno general. Esta es la vida que hemos trazado para nosotros, incluyendo todas las compensaciones por errores anteriores que ahora queremos corregir, y tal vez las grandes obras que pretendemos realizar por amor a la humanidad y a futuras vidas en la Tierra. Algunas veces, en este último momento antes de la encarnación, la visión produce tal impacto al alma espiritual de nuestro ser, que nos retiramos horrorizados de lo que nos espera. Si esto sucede, significaría que no nos encarnaremos del todo en el cuerpo que nos habíamos preparado para nosotros mismos, y así naceremos con algún defecto “prenatal” o sin la posibilidad de tener control completo sobre nuestro organismo, como es del caso por ejemplo de los epilépticos.
LA ANTROPOSOFÍA EN LA VIDA PRÁCTICA
En 1905 Steiner, cuando estaba elaborando su obra “Cómo se adquiere el conocimiento de los mundos superiores”, meditó sobre cómo un ser humano, desarrollado espiritualmente, puede tomar parte activa en la vida social sin traicionar sus ideas personales. Entonces enunció una ley social: “En una comunidad de seres humanos que trabajen juntos, el bienestar de la comunidad será tanto mayor, cuanto menos requiera el individuo para sí mismo los frutos del trabajo que él ha hecho por sí mismo. Es decir, cuanto más de esos frutos pase a sus compañeros de trabajo, y cuanto más estén satisfechas sus propias necesidades, no por su propio trabajo, sino por el trabajo de los demás”. Steiner no pensaba que el orden social que entreveía pudiera ser realizado por ningún gobierno, pero desde 1917 en adelante trató de describir, para quien quisiera escucharlo, la clase de orden social que exigía la época del alma consciente (en la que nos encontramos, dentro de las etapas evolutivas de la humanidad), y formuló la idea de triformación social: En la vida de la sociedad y del individuo se pueden diferenciar tres sectores: - La esfera de la vida cultural – espiritual. - La esfera político – jurídica. - La esfera económica. Cada esfera debe estar regida por un principio: - Libertad como principio básico para la vida cultural – espiritual. - Igualdad como pilar fundamental en el ámbito jurídico-legal. - Fraternidad como sustento para la actividad económica. Cada uno de estos principios es válido sólo para un sector determinado de la vida social: por ejemplo, ante la ley podemos y debemos ser todos iguales, pero la imposición, por ley, de igualdad para nuestras necesidades espirituales y materiales, produciría una nivelación negativa. La libertad en la vida cultural y espiritual: Vivimos en una época en la que se tiende a la planificación estatal del sistema de enseñanza y de la investigación científica para satisfacer necesidades políticas y económicas. La educación juega en este sentido un papel esencial: la misión más importante del educador es promover los talentos individuales, para que cuando llegue el momento sean fructíferos a la sociedad. No al revés: preparar a la nueva generación para que continúe de forma alienante el desarrollo técnico y económico fijado de antemano. Steiner creía que el hombre debe crecer libre de exigencias del poder estatal y de la vida económica hasta que él mismo pueda participar como ciudadano activo en la configuración de estas ramas de la sociedad. La misma independencia que debería tener la enseñanza, debería ser válida en el terreno de la ciencia: sólo si este campo se administra de forma autónoma, puede evitarse que influyentes círculos de empresarios y políticos puedan comprar investigadores, programas e incluso resultados de la investigación con miras a sus fines. La decisión sobre la elección de proyectos y métodos de investigación debería ser tomada exclusivamente dentro de los gremios de investigadores. Una consecuencia de la libertad en estos ámbitos, sería que las instituciones de la enseñanza e investigación quedarían libres para colaborar en toda la Tierra, sin tener en cuenta las fronteras de los diferentes estados. La igualdad en el ámbito jurídico-legal: El ser humano necesita órganos para proteger aquellos derechos que han de ser los mismos para todos los hombres. Las autoridades competentes de la vida jurídico-política, elegidas por votación libre, dentro del orden social ternario, se enfrentan a tareas de mucha envergadura: por ejemplo, han de velar para que las ayudas entregadas (por personas privadas o instituciones) para el fomento de la enseñanza o la investigación, no vayan vinculadas a exigencias que pongan en peligro la libertad del sector espiritual. Una vez reconocida la necesidad de una triformación social se deberían elaborar leyes que conduzcan a una separación de las funciones estatales, económicas y espirituales-culturales. Que el Estado no intervenga directamente en los asuntos del mundo cultural o empresarial no conduce al debilitamiento de sus funciones legislativas. Todo lo contrario: dentro de un estado que no esté entrelazado con ningún interés propio en las otras ramas sociales, es más fácil seguir normas objetivas e imparciales. Como custodiador de derechos, el estado puede contribuir decisivamente a lograr que se superen las contradicciones sociales. La fraternidad en el sector económico: Sin darle a la palabra fraternidad un sentido moral, de forma natural en el sector económico el proceso de producción causa indirectamente una forma de “fraternidad”: aunque un individuo crea que sólo trabaja para ganar dinero, dentro del orden económico actual, con su labor sirve a otros consumidores. La vida económica tiene tendencia natural a crear una red de relaciones. Esta tendencia está reprimida por aduanas, reglas de importación-exportación, proteccionismo nacionalista. Sería necesario formar asociaciones de producción independientes de todas las fronteras estatales en las cuales los propios implicados en la producción, distribución y consumo, o sus representantes, intercambiaran opiniones y decisiones sobre las necesidades existentes y la posibilidad de satisfacerlas. Las asociaciones a veces serían de carácter local, y otras de ámbito nacional o internacional. Lo esencial es que se desarrollen a partir de condiciones puramente económicas, sin que se mezclen en sus asuntos exigencias políticas. Steiner proponía un camino intermedio entre comunismo y capitalismo: si se quiere dar facilidades a la iniciativa individual, hay que ofrecer oportunidades a personas capacitadas para que puedan administrar capital y medios de producción en libertad. Pero cuando abandonen su cargo, el derecho de libre disposición de la empresa dirigida por ellos, pasará a otra persona o grupo que estén capacitados para proseguir la tarea, una vez que un órgano competente del sector espiritual libre haya dado su aprobación. Con una legislación hecha en este sentido, se impediría que grandes fortunas pasen por herencia a manos improductivas. Aplicación de la Triformación social: Steiner subrayó que la forma de vida que él quería promover no conduciría a ninguna situación social paradisíaca. No alimentaba falsas ilusiones sobre las aptitudes morales de los dirigentes de la política y de la economía. La meta era formular un sistema social que partiera del conocimiento del hombre y que, mediante su realización, activara aquellas aptitudes sociales que pueden despertar en medio de todo egoísmo, si se desarrollan formas de convivencia sanas y verdaderamente humanas. En instituciones antroposóficas se ha intentado respetar esta organización social de las tres esferas que pueden intervenir en un proyecto. La primera aplicación de la idea de triformación social se hizo en la organización de la primera escuela antroposófica: la escuela de los obreros de la fábrica de cigarrillos Waldorf-Astoria en Stuttgart, que comenzó el 23 de abril de 1919.
LA MEDICINA ANTROPOSÓFICA
 (Aprovechado por la medicina antroposófica para el tratamiento del cáncer). Steiner, especialmente durante los últimos cinco años de su vida, dio consejos precisos a algunos médicos, en relación con los enfermos que estaban tratando. Consejos poco ortodoxos, que dieron muy buenos resultados. Además, aunque él mismo no era doctor en medicina, pronunció varios ciclos de conferencias para médicos. Lo esencial está recopilado en el libro que escribió junto a la doctora Wegman el último año de su vida: “Fundamentos de la terapia”. Steiner huía de la dicotomía entre alopatía y homeopatía: “La Antroposofía no se presta al mero juego de palabras entre lo alopático y lo homeopático, sino que estudia la cuestión y dice: lo alopático actúa principalmente sobre el estómago, los intestinos y los riñones; aquí es donde tiene éxito. La homeopatía tiene éxito cuando la causa de la enfermedad se encuentra en la cabeza, como en el caso de la gripe”. Además de la diagnosis normal, el médico antropósofo añade otro diagnóstico basado en la percepción espiritual. Reconoce que todas las enfermedades son resultado de un desequilibrio, y lo que debe tratar de rectificar es más ese desequilibrio que los síntomas específicos de una enfermedad concreta. El presidente de la Asociación de Médicos para la Medicina Antroposófica en España, en un artículo publicado en la revista Natura Medicatrix, explicó que se pueden destacar las aportaciones de la medicina antroposófica en el terreno médico terapéutico en tres direcciones: 1) La medicina antroposófica se apoya en la concepción del hombre y del mundo de la Ciencia espiritual o Antroposofía. Esta concepción presenta a la entidad humana constituida por diferentes planos o dimensiones: corporal, vital, anímica y espiritual. El conocimiento científico de las dinámicas, los procesos y las leyes de cada una de estas dimensiones, así como de la relación entre ellas, aporta una ampliación antropológica que, llevada al terreno de la medicina, da sentido y explicación tanto al estado de salud como al de la enfermedad. La enfermedad, por tanto, tiene que ser vista en relación con la biografía del enfermo, con sus circunstancias vitales y con sus posibilidades y condiciones de evolución y desarrollo. 2) Una segunda aportación de la medicina antroposófica se enmarca en la relación médico - paciente. Es bien conocida la realidad de la deshumanización en la medicina moderna basada en la técnica. El médico hoy día está muy bien formado y capacitado profesionalmente, pero lo está sólo en los aspectos técnicos y no en los humanos. Para la medicina antroposófica en el punto central están el paciente y la terapia individual. Por esta razón. se incluyen en el diagnóstico y en la terapia: la edad, la constitución, la situación biográfica y el estado anímico-espiritual del paciente. El médico de orientación antroposófica se basa en el individualismo ético como centro y con una visión del hombre que reconoce su individualidad espiritual como eterna e indestructible aunque viva en un cuerpo enfermo o impedido. Con ello se complementa la visión materialista inmanente a la medicina que se basa en la ciencia, al reconocer el ser espiritual del hombre. Esta concepción ética del hombre incluye la idea de la reencarnación y la confianza en la capacidad ilimitada de desarrollo del ser humano. En base a este punto de partida evolutivo se da una importancia central a aspectos preventivos de la medicina como la práctica de la meditación, la autoeducación y el autodesarrollo. 3) La tercera aportación general de la medicina antroposófica radica en su espectro terapéutico, que es amplio, variado y que recurre en parte a la tradición, pero está lleno también de elementos innovadores. La práctica de la medicina antroposófica abarca desde la atención médica general y de medicina de familia hasta todas las demás especialidades médicas. Los medicamentos son elaborados según procedimientos especiales y por ejemplo en Alemania son aprobados y registrados por una comisión especial propia. El hallazgo de nuevos medicamentos, su preparación y su aplicación tienen como base la visión antroposófica del hombre y de la naturaleza. Especialmente conocidos son los preparados de Viscum album, para el tratamiento del cáncer, desarrollados desde esta perspectiva Algunas de las terapias complementarias usadas, son: Modelado terapéutico, pintura terapéutica Arte de la palabra terapéutica, músico-terapia y canto Euritmia curativa: terapia del movimiento. Masaje rítmico Gimnasia terapéutica, desarrollada a partir de la gimnasia Bothmer existente desde 1920. Trabajo biográfico Ejercitamiento meditativo Asimismo hay programas reconocidos internacionalmente para drogodependientes. Y una estrecha colaboración con pedagogos, y una práctica en el campo de la pedagogía curativa y de socio-terapia en más de 350 centros (incluidos los del movimiento Camphill) en 26 países de Europa y otros 12 países del resto del mundo
LA PEDAGOGÍA WALDORF
 En su juventud, Steiner se ganó la vida como instructor privado. Su experiencia, y sus conocimientos le llevaron a escribir “La educación del niño a la luz de la Antroposofía”, introducción a su pensamiento educativo y a las enseñanzas antroposóficas básicas que subyacen tras él. Posteriormente le pidieron ayuda para fundar la primera escuela antroposófica, y pronunció dos ciclos paralelos de 14 conferencias cada uno: “Curso práctico para maestros” y “El estudio del hombre”. Para que exista una escuela Waldorf, se necesita un grupo de profesores que tengan “un conocimiento del hombre originado en el mundo espiritual”. Todos los métodos pedagógicos y los programas de las asignaturas, derivan de este punto. La pedagogía waldorf es un intento de educar en el sentido latino de la palabra: de “hacer salir” lo que se encuentra dentro del ser humano, de forma que eso pueda fructificar en la vida exterior. La educación waldorf tiene en cuenta tanto la naturaleza anímico-espiritual del niño, como la corporal. No se puede considerar la educación simplemente como la acumulación de conocimientos que, probablemente, le serán útiles después en la vida. Si un alumno recibe la educación adecuada para cada etapa de su desarrollo, alimentando su ser anímico-espiritual durante el proceso, al final tendrá una mente mucho más fresca, más abierta a las impresiones del mundo exterior, estará más vivo y más preparado para el mundo que uno que ha superado el programa impuesto por una educación corriente. Cuando el alumno tiene 18 años, no importa si se aprendió a leer a los cuatro o a los siete años. A los 18 años lo que importa es si está mentalmente alerta, si sus sentimientos son vivos, si puede trabajar con sus manos, si tiene una base de conocimientos generales y una cultura amplia, si puede estudiar con interés y concentración. La educación waldorf se basa en el reconocimiento del niño como un ser espiritual, con un número variable de encarnaciones, que regresa al mundo físico, dentro de un cuerpo que será modelado lentamente, haciéndose instrumento utilizable por las fuerzas anímico-espirituales que trae consigo. Ha escogido a sus padres por sí mismo porque ellos pueden proporcionarle lo que él necesita para cumplir su karma. Y, recíprocamente, ellos también necesitan su relación con él para poder satisfacer su propio karma. Los padres y los maestros que sepan estas cosas, tendrán una relación con los niños distinta. Los profesores sabrán que su tarea es ayudar al niño a valerse de su cuerpo, y ayudar a que sus fuerzas anímico-espirituales encuentren expresión a través de él, en vez de considerar que su tarea es la de atiborrarlo de información y conocimientos que los adultos consideran necesario que tenga. El programa de estudios de una escuela waldorf se estructura respetando el desarrollo del niño y lo que sucede en cada una de esas etapas: 1) El niño en edad pre-escolar: Durante los siete primeros años, el niño se está acostumbrando gradualmente a su cuerpo físico: en estos años, su cuerpo etérico está rodeado de una especie de envoltura protectora, y sus fuerzas trabajan dentro de esa envoltura, poderosamente, transformando el cuerpo físico. Cuando “acaba” ese trabajo, el cuerpo ya no es enteramente producto de las fuerzas de la herencia. Un signo externo es el cambio de dientes. Ahora, la huella anímico-espiritual del niño, ha dejado su impronta en él. Jardín de Infancia Waldorf Cuanto más fuertemente actúe la individualidad de una persona en su cuerpo, menos se parecerá físicamente a sus padres. De los siete a los catorce años el cuerpo astral todavía tiene su envoltura protectora, de la que se desprende gradualmente en la pubertad. De la misma manera que a los veintiún años, el Yo toma posesión de las tres envolturas, llegando por eso la “mayoría de edad”. En pedagogía waldorf se respetan estas etapas: por ejemplo, la memoria, que tiene su asiento en el cuerpo etérico, no debería cultivarse conscientemente hasta el segundo septenio. Hasta los siete años, el aprendizaje debería ser por imitación, no por preceptos. Además, en este primer septenio, se están desarrollando particularmente las extremidades, y debería ejercitarse la acción: aprender haciendo e imitando, no apelando a la mente. 2) De los siete a los catorce años: Clase de primaria en una Escuela Waldorf Ahora es el sistema rítmico (respiración, circulación) el que domina. El corazón, siempre se ha considerado el centro del sentimiento. Toda educación de los siete a los catorce años debería ser artística, imaginativa y poética. Sobre todo debería apelar al sentimiento.Además el maestro debe intentar mantener una “respiración” al enseñar el ritmo. Por ejemplo: alternando lo serio y lo divertido, la actividad y la tranquilidad. En esta etapa, en las escuelas waldorf, el niño pasa los ocho cursos con el mismo maestro. Igual que en el primer septenio el niño imita y aprende a hacer como los adultos, en el segundo septenio, a medida que se manifiesta en él el mundo de los sentimientos, el niño desea ser como su maestro. Eso implica una gran responsabilidad para el maestro: debe tener el suficiente trabajo interior para ser un buen modelo. En esos ocho años el programa de estudios se escoge, no por su contenido intelectual, ni por sus conocimientos, sino por las cualidades anímico-espirituales específicas de cada edad. Y cada día, el maestro tutor desarrolla, durante tres semanas, un período lectivo de una misma materia (por ejemplo: tres semanas de geometría).Que será sustituida por otra diferente las tres semanas siguientes (por ejemplo: un período de lengua castellana). Así hasta que se vean las distintas asignaturas, y se retome el trabajo de una misma materia (por ejemplo: otros contenidos de matemáticas). Se respeta así el ritmo sueño-vigilia al dejar “dormir” unos conocimientos, mientras se ve un período de otra materia. 3) De los catorce a los dieciocho años o más Clase de secundaria en la escuela Waldorf A los catorce años se produce la liberación del cuerpo astral, que deja su envoltura. Ahora esas fuerzas son liberadas para el pensamiento intelectual. Mientras que durante el segundo septenio predominó el sistema rítmico y la enseñanza tenía que ser artística e imaginativa, ahora el adolescente aprende mediante la observación, el pensamiento y el uso consciente de sus sentidos. Platón dijo que todo conocimiento comienza con el asombro, y lo que el adolescente debería sentir hacia su mundo es el asombro, mezclado con una especie de reverencia. Si el adolescente conserva esa actitud en la vida, podrá desarrollar más fácilmente el pensamiento vivo, y adoptar una actitud hacia el mundo externo de contemplarlo no como material crudo que ha de comprenderse con el intelecto y manipularse a nuestra conveniencia, sino como un mundo creado y habitado por seres superiores. En esta etapa no hay maestro de grupo, sino profesores especializados para responder a las necesidades de los jóvenes, y que tratan de impartir las materias con un calor que puedan sentir los jóvenes, porque perciben que su profesor ama esa asignatura. Y aunque no se imparte la antroposofía como materia en las escuelas waldorf, se les enseña a través de las diferentes materias (historia, arte, música) la evolución de la conciencia de la humanidad Actividades en la Escuela Waldorf
 LA TERAPIA BIOGRÁFICA
 El psiquiatra holandés Bernard Lievegoed, desarrolló en los años 70 el trabajo biográfico, como proceso de acompañamiento y ayuda para quienes atraviesan fases críticas de su vida, e igualmente como herramienta de autodesarrollo.La Biografía no es una psicoterapia en el sentido convencional del término, ya que no trabaja con nuestra parte psíquica, sino que apela directamente a la conciencia que reside en el núcleo del ser humano, el Yo. Caminando por un mandala El trabajo biográfico está fundamentado en la imagen del hombre que propone la Antroposofía: un ser humano trascendente, cuyas capacidades y cuyo destino se manifiestan a través de los acontecimientos de la vida. Buscando el hilo de la vida, mediante un proceso vivencial propio, se intenta responder a las preguntas existenciales sobre quienes somos, hacia donde vamos, y sobre el porqué y el para qué de nuestra vida. De acuerdo con las leyes del desarrollo humano en las que se basa el trabajo biográfico, se trabaja con periodos de 7 años cada uno o septenios: La vida del hombre en la Tierra se desenvuelve en etapas de siete años. Al comienzo de cada período nuevo de siete años se le abren nuevas posibilidades que no eran posibles antes: • Los tres septenios del cuerpo: -Los primeros siete años se dedican a construir el cuerpo físico -Los siete siguientes al cuerpo etérico -De los 14 a los 21 al cuerpo astral. Por eso la adolescencia es tan difícil: los deseos y emociones encuentran sus medios de expresión física en el cuerpo, mientras que el Yo que tiene que controlar estos elementos no ha nacido todavía .El Yo se encarna a los 21 años. Su primera tarea es dominar el cuerpo astral y vivir de manera consciente a través de la vida del sentimiento y de la emoción que antes era incontrolable. • Los tres septenios del alma: -De los 21 a los 28 años el ser humano tiene la oportunidad de desarrollar el alma sensible -De los 28 a los 35 años el ser humano desarrolla el alma racional. -Desde los 35 años hasta los 42: ha llegado el momento de incorporar el alma consciente. Si se han pasado estas etapas de manera constructiva y se han realizado las nuevas capacidades, el hombre ha alcanzado el umbral de la madurez. • Los tres septenios del espíritu: -De los 42 a los 49: el principiante. -De los 49 a los 56: el nacimiento del maestro interior. -De los 56 a los 63: camino a la sabiduría. Todas las edades de transición (42, 49, 56 y 63), son de especial importancia, hasta que a los 70 años se acaba en cierto sentido el desarrollo vital, y los años que siguen ofrecen la oportunidad de poner la sabiduría adquirida a disposición del mundo, y prepararse en conciencia para la vida después de la muerte y la nueva encarnación que seguirá. A lo largo de nuestra vida nos esperan nuevas posibilidades que nos serán provistas por poderes superiores sólo con que nosotros hagamos uso de ellas. En una vida ideal, se haría un uso pleno de cada nuevo regalo, se estaría preparado para el próximo cuando llegara la hora, y se crecería en sabiduría, madurez y habilidad para poner los frutos de nuestra sabiduría a disposición de los semejantes, especialmente a partir de los 35 años, cuando ya no debamos estar tan preocupados por nuestro desarrollo personal como en la primera mitad de nuestra vida. En la primera mitad de la vida deberíamos ocuparnos de desarrollar el instrumento en que se convertirá nuestro ser maduro. En la segunda mitad (35 a 70) estamos en la parte iluminada por el espíritu, más que atada al cuerpo, y nuestra primera obligación es hacia los otros. A partir de los 70 deberíamos dedicarnos íntegramente al cuidado de los demás, y cualquier sabiduría, percepción o nueva iluminación espiritual que podamos obtener será para otros, aunque nos será provechoso en nuestra próxima vida.
 LA AGRICULTURA BIODINÁMICA
 A principios del siglo XX ya había agricultores que notaban la degeneración de la fertilidad de la Tierra y de la calidad nutritiva de los alimentos. Cuando preguntaron a Rudolf Steiner qué podían hacer para remediarlo, éste organizó unas conferencias de trabajo en Koberwitz, al este de Breslau. Este trabajo de 1924 se ha documentado en el libro Curso sobre Agricultura Biológico-Dinámica. Steiner decía que la Tierra es un órgano del cuerpo agrícola, y se debe mantener en un estado vital y fértil, utilizando medios naturales: rotaciones de cultivos bien pensadas, compost hecho con estiércol de la granja como fertilizante, así como control de malas hierbas y control de enfermedades utilizando materiales basados en plantas y minerales. Peter Schaumberger, director ejecutivo de Démeter en Alemania explica: “La Agricultura Biodinámica se basa en el conocimiento de que la Tierra, las plantas, los animales y el hombre trabajan conjuntamente en un organismo agrícola. En la práctica el método biodinámico no solamente es llevar una granja de forma orgánica, sino que incluye el uso de preparados que tienen en cuenta las influencias cósmicas. El término orgánico significa que las leyes naturales se reconocen y se emplean tanto como es posible. Por ejemplo: los tipos de verduras y frutas se eligen en función de un tipo particular de Tierra y de clima. Una de las ideas de R. Steiner es que la granja se ha de ver como un organismo en sí mismo. En términos prácticos esto significa que todas las partes de la finca y las actividades que ahí se dan, tales como la producción de plantas y la cría de animales, están interconectadas”. Dos preparados biodinámicos para rociar Según Steiner, los preparados para rociar, de boñiga en cuerno y de cuarzo en cuerno, afectan la dinámica del crecimiento de la planta en todo su ciclo. Steiner creía que las fuerzas en las plantas y en los órganos de los animales pueden combinarse de tal modo que la naturaleza puede mejorarse, sanarse y apoyarse en el transcurso del año. Los preparados se conocen por los números 500 al 508 y por las sustancias o plantas que se emplean en su elaboración. - Preparación de boñiga en cuerno (Preparado 500) A principio de otoño se llenan los cuernos de vaca (que haya tenido varios partos) con estiércol sin paja, preferiblemente de vacas preñadas, de manera que no queden espacios de aire en su interior. Se entierran hasta la primavera en suelo de pradera o de forraje que tenga una buena capa de humus. Hay que evitar los suelos pantanosos, los suelos con raíces de árboles o arbustos y las cercanías de muros de caminos y de zanjas. El contenido se saca del cuerno y se almacena en un lugar seco, en un cajón rodeado de turba rubia. Los cuernos pueden volver a usarse (se guardan en la vaquería). - Preparación de sílice en cuerno (Preparado 501) Después de Semana Santa, el cuarzo es molido hasta dejarlo como harina fina. Se mezcla con agua de lluvia para hacer una lechada densa y se pone en el cuerno dejándolo escurrir varios días. Los cuernos se entierran durante el verano y se sacan a final de septiembre o principios de octubre. Se saca el contenido para almacenarlo en un bote de cristal en un lugar soleado y seco. Los cuernos de este preparado no conviene reutilizarlos. silice Elaboración de preparados biodinámicos Ambos preparados se remueven enérgicamente en agua tibia de manera que con el movimiento se forme un fuerte remolino. Durante una hora se va cambiando alternativamente el sentido del giro. Se debe fumigar lo antes posible después de terminar de removerlos, ya que su efecto desaparece en pocas hora. Remover pequeñas cantidades de material en grandes cantidades de agua se llama dinamizar. Este proceso transfiere las fuerzas y energía del preparado al agua. Mucha gente que trabaja con biodinámica encuentra que esto es una forma de actividad meditativa. Además de los preparados biodinámicos 500 y 501, en la página Web de la Asociación Biodinámica en España (www.biodinamica.es), encontrareis información sobre las preparaciones de las seis plantas sanadoras (milenrama, manzanilla, ortiga, corteza de roble, diente de león y valeriana), que se añaden al compost, que se vuelve así mejor fertilizante. Asimismo se explica el método de cristalización, desarrollado por Erhenfried Pfeifer, bioquímico alemán, amigo y alumno de Rudolf Steiner. Un día le preguntó a Steiner si le parecería posible desarrollar un método experimental que permitiera estudiar el mundo etérico. Steiner le respondió que le parecía posible y que habría que estudiar la reacción de la sustancia orgánica con una sal. Pfeifer puso a punto el método de cristalización como manera de estudiar la predisposición del terreno, o de una persona, con respecto a ciertas enfermedades (cáncer y sistema respiratorio en particular). Cristalización de jugo de hojas de judía fresca (izquierda) y muerta (derecha)
 EL ARTE DE LA PALABRA, DE LA MÚSICA Y DEL MOVIMIENTO
 Cuando ya había expuesto su nueva ciencia en libros y conferencias, Steiner comenzó a escribir dramas en los que se pusiera en escena no sólo entidades humanas, sino también las entidades espirituales de las que había hablado en sus libros. Entre 1909 y 1913 escribió los dramas: “El Portal de la Iniciación, un misterio rosacruz”, “La prueba del alma, imagen escénica de la vida”, y “El Guardián del Umbral, procesos anímicos en imágenes escénicas”. Los personajes de los dramas de Steiner encierran en sus palabras y en sus actos algo superior, propio de los Misterios iniciáticos. Este acontecimiento suprasensible se vuelve visible y audible artísticamente mediante el color, la palabra y el gesto. El lenguaje cotidiano no alcanza para describir esos procesos cumbres. El gesto presta dirección a la palabra, el color facilita el estado de ánimo adecuado. Surgió así el Arte de la Palabra. El lenguaje no es una sólo una agrupación de sonidos a los que se han unido significados convencionales. Es más bien un eco del Lenguaje Divino. Runas, talismanes y palabras mágicas eran atesoradas por los pueblos. Es cierto que el lenguaje hoy en día se ha hecho abstracto y las palabras se consideran sólo símbolos de ideas intelectuales. La poesía, sin embargo, preserva la antigua sensibilidad ante el ritmo y el sonido. Si se traduce el sentido de un poema a otras palabras, su valor desaparece, porque en la poesía, los sonidos mismos hablan y evocan una respuesta más profunda que el significado superficial evidente. De hecho, todo sonido posee una cualidad, un gesto, una vida propia. Una de las tareas que Steiner realizó fue tratar de que se restaurara esa cualidad viviente del lenguaje. Explicó un método de instrucción vocal que no consistía en ejercitar los órganos vocales físicos, sino al revés: en contemplar y escuchar los sonidos físicos, que actúan entonces de forma modeladora en los órganos físicos. Su objetivo no es dominar el lenguaje, sino liberarlo y darle una vida que le es propia. Steiner no dio directrices sobre la música. Pero el arte musical realizado por antropósofos recibió impulsos nuevos: aplicaron la actitud meditativa para obtener nuevos elementos musicales, componer e interpretar. Lo que en las palabras y en las notas vibra de forma oculta, el hombre entero intenta captarlo y exteriorizarlo por medio del movimiento: es el arte del movimiento o euritmia. Los movimientos anímicos que, de otra forma, sólo viven instintivamente en el hombre, son elevados a la conciencia y metamorfoseados en movimientos de la figura humana, expresivos y visibles. Con su conocimiento clarividente, Steiner contempló las leyes del compás, ritmo, melodía y armonía, y desarrolló a partir de ellos los gestos de la euritmia. Dio múltiples indicaciones de cómo usar la euritmia como elemento armonizador y anímicamente modelador. Por ello introdujo la euritmia como asignatura obligada en el programa de pedagogía waldorf. Y mostró a los médicos cómo usar terapéuticamente la euritmia (euritmia curativa). Asimismo existe una euritmia como arte escénico para reproducir poemas épicos, líricos o dramas, siendo “portadora” del mundo suprasensible que éstos encierran. Actuación de euritmia.
LOS SEIS EJERCICIOS PRELIMINARES
Para desarrollar el pensamiento vivo y el conocimiento de las realidades sutiles que acabamos de resumir, Steiner propuso realizar 6 ejercicios. Propuso que se realice cada ejercicio durante 21 días y luego añadamos el siguiente. La práctica del sexto ejercicio supone continuar con la práctica de los cinco anteriores .Es importante practicar todos los ejercicios en el orden establecido, y no escogiendo sólo aquellos que encontramos agradables o interesantes. Así desarrollamos nuestras capacidades de una forma armoniosa. 1º.- Control del pensamiento Escoge un objeto sencillo, como una campana, un clip, un martillo. Objetos manufacturados más que los objetos naturales, como un mineral, son más apropiados para este ejercicio. Si en vez de un objeto se escoge un pensamiento más elaborado, como la historia de la navegación, el ejercicio se convierte en demasiado fácil y no es efectivo. Vacía tu alma de todos los pensamientos cotidianos ordinarios, y dirige tu atención al objeto. Piensa en el objeto durante 5 minutos de forma objetiva: examina cómo está hecho, cómo se usa… Cada pensamiento debería estar conectado con el siguiente. Hacia el final del ejercicio, cuando estés pensando en la función del objeto, puede que llegues a meditar durante breves momentos en la esencia del objeto sobre el que estás pensando. No es necesario tener un ejemplar del objeto escogido enfrente de nosotros para mirarlo. Lo significativo de este ejercicio es estar activo en el pensamiento, más que en la observación. Si te observas a ti mismo pensando en otra cosa, simplemente redirige tu atención al tema de tu ejercicio. La meta es intensificar nuestra habilidad para pensar y dirigir nuestros pensamientos, además de despertar facultades dormidas. Después de haber practicado este ejercicio durante algún tiempo, se advierte un sutil sentimiento de firmeza y seguridad. Termina imaginando cómo viertes este sentimiento en tu cerebro y médula espinal. 2º.- Iniciativa de acción (ejercicio de voluntad) Escoge algo simple para hacer en un momento concreto todos los días. Debe ser algo no esencial, sino algo que haces sólo porque has elegido hacerlo, no debe tener ningún otro propósito. La tarea debería ser fácil de llevar a cabo incluso si no te encuentras en casa. Son ejemplos darse vueltas al anillo en el dedo, cambiarse el reloj de mano… Asegúrate de mantenerlo a la misma hora todos los días. Después de algún tiempo de práctica se observa un impulso interior de actividad, un sentimiento de “siento la necesidad de estar activo” y “puedo llevar a cabo las cosas”. Imagina que ese sentimiento se derrama desde tu cabeza sobre tu corazón. 3º.- Ecuanimidad (permanecer por encima del placer y del dolor). Este ejercicio ayuda a alcanzar un cierto grado de sosiego. Cuando practicamos este ejercicio nos esforzamos en controlar nuestra expresión de gozo y pena, sólo la expresión exterior, automática. No deberíamos llegar a ser menos sensibles por medio de su práctica, pero sí más receptivos para todo lo que es gozoso o triste en nuestro entorno. Por ejemplo, un día puedes sentir ganas de llorar cuando ves una película. Dite a ti mismo: no voy a llorar esta vez. Percibe el sentimiento sin expresarlo hacia fuera. En otra ocasión puedes sentir ganas de reír, en su lugar, aprecia el humor, pero permanece en calma. Esto no supone que nunca debamos llorar y reír de nuevo. Sólo que deberíamos ser capaces de elegir sentir el dolor sin llanto involuntario, sentir el horror sin la ciega rabia. Necesitamos observar cómo respondemos habitualmente a las situaciones. Si creemos que ya tenemos ecuanimidad porque raramente expresamos nuestras emociones, entonces al hacer este ejercicio podemos elegir expresar nuestros sentimientos. Podemos esforzarnos en expresar furia de un modo apropiado o verter lágrimas cuando las habíamos suprimido previamente. Para la evolución espiritual, lo que ya parece que poseemos previamente no es tan importante como la necesidad de practicar, de acuerdo con reglas exactas, aquello de lo que carecemos. Después de practicar este ejercicio durante algún tiempo, se observa un sentimiento de calma y ecuanimidad. Evoca esta disposición a la calma interior al menos una vez al día. Déjala que irradie desde tu corazón hacia fuera a través de tus brazos y manos de forma que pueda fluir en tus acciones. Después envíala a tus pies y finalmente a tu cabeza. Dedica, si eres capaz, unos 15 minutos al día a este sostener e irradiar la disposición a la calma interior. Esto requiere una estricta auto-observación. 4º.- Actitud positiva Busca lo bueno, lo digno de elogio, lo bello, en todas las experiencias, en todos los seres, todas las cosas. Esto no quiere decir que cerremos los ojos a lo que es negativo, o que pretendamos que todo es bello y bueno. Sólo que aprendemos a que la maldad no nos impida ver lo bueno, que el error no nos impida ver la verdad. En todo lo que recibimos en nuestra vida diaria nos esforzamos en encontrar algún aspecto positivo. Podemos también tratar de entender cómo algo se nos presenta, antes que simplemente criticarlo. Después de practicar esto durante algún tiempo, se advierte un sutil sentimiento de expansión, como si tu piel fuera porosa y estuvieras abierto a procesos sutiles de tu entorno. Dirige este sentimiento hacia tu corazón y desde allí déjalo que fluya dentro de tus ojos y a través de ellos en el mundo. Esto requiere una intensa concentración. Cualquier emoción perturbadora destruirá esta disposición de ánimo. 5º.- Franqueza Cuando practicamos este ejercicio, hacemos un esfuerzo especial para ser flexibles y capaces de incorporar nuevas experiencias sin prejuicios. Nos empeñamos en aprender algo nuevo de cada situación o individuo (incluso de los niños) con los que entramos en contacto en nuestra vida cotidiana. Esto no significa que ignoremos nuestras experiencias previas, sólo que estamos abiertos a la posibilidad de que nuevas experiencias pudieran contradecir las viejas. Si oímos algo que parece improbable, dedicamos tiempo a comprobar los hechos antes que hacer un juicio inmediato. Se observa un sutil sentimiento de algo vivo que viene a tu encuentro y te rodea, como una delicada vibración. Déjalo que se vierta dentro de ti desde el exterior. Absórbelo a través de tus ojos, oídos y sentido del calor en tu piel. 6º.- Armonía Continúa practicando todos los ejercicios anteriores, en parejas o tríos de ejercicios, rotando a través de las series, de modo que prestemos atención regular a cada uno de ellos. Esto asegura un desarrollo armonioso de las fuerzas del alma.

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