domingo, 28 de abril de 2013

Economía informacional



En las dos últimas décadas, ha surgido una nueva economía a escala mundial. Se denomina informacional y global para identificar sus rasgos fundamentales y distintivos, y para destacar que están entrelazados. Es informacional porque la productividad y competitividad de las unidades o agentes de esta economía (ya sean empresas, regiones o naciones) depende fundamentalmente de su capacidad para generar, procesar y aplicar con eficacia la información basada en el conocimiento. Es global porque la producción, el consumo y la circulación, así como sus componentes (capital, mano de obra, materias primas, gestión, información, tecnología, mercados), están organizados a escala global, bien de forma directa, bien mediante una red de vínculos entre los agentes económicos. Es informacional y global porque, en las nuevas condiciones históricas, la productividad se genera y la competitividad se ejerce por medio de una red global de interacción. Y ha surgido en el último cuarto del siglo XX porque la revolución de la tecnología de la información proporciona la base material indispensable para esa nueva economía.
Información-producto
La información y el conocimiento siempre han sido componentes cruciales del crecimiento económico, y la evolución de la tecnología ha determinado en buena medida la capacidad productiva de la sociedad y los niveles de vida, así como las formas sociales de la organización económica.
El surgimiento de un nuevo paradigma tecnológico, organizado en torno a nuevas tecnologías de la información, hace que la misma información se convierta en el producto del proceso de producción. Los productos de las nuevas industrias de la tecnología son aparatos para procesar la información o el mismo procesamiento de la información
Las nuevas tecnologías de la información, al transformar los proceso de procesamiento de la información, actúan en todos los dominios de la actividad humana y hacen posible establecer conexiones infinitas entre diferentes dominios, así como entre los elementos y agentes de tales actividades. Surge una economía interconectada y profundamente interdependiente que cada vez es más capaz de aplicar su progreso en tecnología, conocimiento y gestión a la tecnología, el conocimiento y la gestión de los mismos. Este círculo debe conducir a una productividad y eficiencia mayores, siempre que se den las condiciones adecuadas para unos cambios organizativos e institucionales igualmente espectaculares.
Productividad y conocimiento
Los historiadores económicos han expuesto el papel fundamental que ha desempeñado la tecnología en el crecimiento económico, vía el aumento de la productividad, a lo largo de la historia y en especial en la era industrial. La hipótesis sobre el papel crucial de la tecnología como fuente de la productividad en las economías avanzadas parece ser capaz de abarcar también buena parte de la pasada experiencia de crecimiento económico.
Procesos temporales
A largo plazo, hubo un aumento de la productividad constante y moderado, con algunos retrocesos, en el periodo de formación de la economía industrial entre finales del siglo XIX y la Segunda Guerra Mundial; una aceleración considerable de la productividad en el periodo de madurez del industrialismo (1950-1973); y una disminución en el periodo 1973-1993, a pesar del importante aumento de insumos tecnológicos y de la aceleración del ritmo del cambio tecnológico.
El hecho de la falta de relación entre el aumento de productividad con el periodo en el que se da una de las revoluciones tecnológicas más rápidas y completas de la historia, plantea dos hipótesis:
- la existencia de un intervalo de tiempo entre innovación tecnológica y productividad económica, como característica en las revoluciones tecnológicas pasadas.
- el hecho de que una proporción considerable del misterioso descenso de la productividad resulte de una creciente inadecuación de las estadísticas económicas para captar los movimientos de la nueva economía informacional, precisamente debido al amplio alcance de su transformación bajo la introducción de la tecnología de la información y al cambio organizativo que conlleva.
Productividad, competitividad y economía informacional
Sí, a largo plazo, la productividad es la fuente de la riqueza de las naciones. Y la tecnología, incluida la de organizacion y gestión, es el principal factor que induce la productividad. Pero, desde la perspectiva de los agentes económicos, la productividad no es un fin en sí. Tampoco lo es la inversión en tecnología en nombre de la innovación tecnológica. Parece interesante considerar la teorización formal sobre el crecimiento, a partir de las relaciones entre el cambio técnico, las capacidades de las empresas y las instituciones nacionales. Las empresas y naciones son los agentes reales del crecimiento económico. No buscan la tecnología por sí misma o por el aumento de la productividad para que mejore la humanidad. Se comportan en un contexto histórico dado, dentro de las reglas de un sistema económico (capitalismo informacional), que en última instancia recompensará o sancionará su conducta. Así, las empresas no son motivadas por la productividad, sino por la rentabilidad, para la cual la productividad y la tecnología pueden ser medios importantes, pero sin duda no los únicos. Y las instituciones políticas, moldeadas por un conjunto más amplio de valores e intereses, se orientarán, en el ámbito económico, hacia la maximización de la competitividad de sus economías constituyentes. La rentabilidad y la competitividad son los determinantes reales de la innovación tecnológica y el crecimiento de la productividad. Es en su dinámica histórica y concreta donde podemos encontrar las pistas para comprender los caprichos de la productividad.
Apertura de mercados y comunicaciones
Para abrir nuevos mercados, vinculando en una red global a los segmentos valiosos del mercado de cada país, el capital requiere una extremada movilidad y las empresas necesitan incrementar espectacularmente sus capacidades de comunicación. La desregulación de los mercados y las nuevas tecnologías de la información, en estrecha interelación, proporcionan esas condiciones. Los primeros y más directos beneficiarios de esta reestructuración fueron los mismos actores de la transformación tecnoeconómica: las empresas de alta tecnología y las sociedades financieras. La integración global de los mercados financieros desde comienzos de la década de 1980, posibilitada por las nuevas tecnologías de la información, tuvo un impacto espectacular en la disociación de los flujos de capital de las economías nacionales.
Recapitalización y desigualdad en la productividad
Mediante la extensión de su alcance global, la integración de los mercados y la maximización de las ventajas comparativas de la situación, el capital, los capitalistas y las empresas capitalistas en su conjunto han aumentado de forma cuantiosa su rentabilidad en las últimas décadas, sobre todo en la de 1990, restaurando hasta el momento las condiciones previas para la inversión de la que depende una economía capitalista.
Esta recapitalización del capitalismo puede explicar hasta cierto punto el progreso desigual de la productividad. Durante los años ochenta hubo una inversión tecnológica masiva en la infraestructura de las comunicaciones/información que hizo posible los movimientos parejos de desregulación de los mercados y globalización del capital. Las empresas e industrias que se vieron directamente afectadas por esa espectacular transformación experimentaron un aumento de la productividad y también de la rentabilidad. En torno a este núcleo duro de nuevas y dinámicas empresas capitalistas globales y sus redes auxiliares, sucesivas capas de firmas e industrias fueron integradas en el nuevo sistema tecnológico o se quedaron desfasadas.
PIB e influencias
Aunque la mayor parte del PIB y el empleo de la mayoría de los países continúa dependiendo de actividades cuyo objetivo es la economía interna y no el mercado global, es en realidad la competencia en estos mercados globales, tanto en industria como en finanzas, telecomunicaciones u ocio, la que determina la parte de la riqueza que se apropian las empresas y, en última instancia, la gente de cada país.
La repolitización del capitalismo informacional
Existe un elemento crítico adicional en la economía, vieja y nueva: el Estado. Al integrar a los países en una economía global, los intereses políticos específicos del Estado en cada nación se vinculan directamente con el destino de la competencia económica de firmas que no son nacionales ni están ubicadas en el territorio del país. En ejemplos clave de desarrollo, los gobiernos utilizan la competencia económicoa de las empresas de sus países como un instrumento de defensa del interés nacional.
La nueva forma de intervención estatal en la economía vincula, en una estrategia explícita, competitividad, productividad y tecnología. El nuevo estado desarrollista apoya el desarrollo tecnológico en la industria de sus países y en su infraestructura productiva como modo de fomentar la productividad y ayudar a "sus" empresas a competir en el mercado mundial. De forma simultánea, algunos gobiernos restringen cuanto pueden la penetración de sus mercados por la competencia extranjera, con lo que crean una ventaja comparativa para industrias específicas en su periodo de formación.
Desregulación
Desde mediados de la década de 1980, los Estados de todo el mundo también se han comprometido en la desregulación de los mercados y la privatización de compañías públicas, sobre todo en sectores estratégicos y rentables como la energía, las telecomunicaciones, los medios de comunicación y las finanzas.
Sin embargo, la desregulación por sí misma, o la privatizacion en sí, no son mecanismos de desarrollo. En las condiciones de una economía capitalista globalizada, suele haber prerrequisitos para el crecimiento económico. Pero los países que se dejan exclusivamente a los impulsos de las fuerzas de mercado en un mundo donde las relaciones de poder establecidas por gobiernos y empresas multinacionales sesgan y condicionan las tendencias del mercado, se vuelven extremadamente vulnerables a los flujos financieros volátiles y la dependencia tecnológica.
Así, por mucho que pueda sorprender resaltar el papel económico de los Estados en la era de la desregulación, debido precisamente a la interdependencia y apertura de la economía internacional, éstos han de comprometerse a fomentar estrategias de desarrollo en beneficio de sus electorados económicos.
A pesar de la persistencia de la ideología económica de mercados sin trabas, fuera de este mundo, las experiencias logradas de crecimiento económico en las dos últimas décadas se han asociado con frecuencia con estrategias de desarrollo activas por parte del Estado dentro del contexto de una economía de mercado.
La especificidad histórica del informacionalismo
La economía informacional es un sistema socioeconómico distintivo en relación con la economía industrial, pero no debido a que se difieran en la fuente para aumentar su productividad. En ambos casos, el conocimiento y el procesamiento de la información son elementos cruciales del crecimiento económico.
Lo que es distintivo es la realización final del potencial de productividad contenido en la economía industrial madura debido al cambio hacia un paradigma tecnológico basado en las tecnologías de la información.
El nuevo paradigma tecnológico cambió primero el alcance y la dinámica de la economía industrial, creando una economía global y fomentando una nueva ola de competencia entre los agentes económicos existentes, así como entre éstos y una legión de recién llegados.
Creación y destrucción
Esta nueva competencia, desempeñada por las empresas pero condicionada por el Estado, llevó a cambios tecnológicos considerables en procesos y productos que hicieron más productivos a algunas empresas, algunos sectores y algunas regiones. No obstante, al mismo tiempo hubo una destrucción creativa en grandes segmentos de la economía, afectando también de forma desproporcionada a determinadas empresas, sectores, regiones y países.
Informacional
Esta economía es informacional, no sólo basada en la información, porque los atributos culturales-institucionales de todo el sistema social deben incluirse en la difusión y aplicación del nuevo paradigma tecnológico, del mismo modo que la economía industrial no se basó solamente en el uso de nuevas fuentes de energía para la fabricación, sino en el surgimiento de una cultura industrial caracterizada por una nueva división social y técnica del trabajo.

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